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Lecturas compulsivas

¿Es más ordinaria la mentira o la vulgaridad?

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Huyo de la ciudad y busco lo que Madrid no da frente al Cabo de La Nao. Entre Jávea y Moraira pasan los días y se suceden con rapidez y esmero, no vaya a ser que la tranquilidad dulzona que sabe a alegría dure. La distancia ayuda poco. No hay más distancias que las mentales, las que establecemos en torno a nuestra persona, y aún así es difícil no caer en la contemplación de lo prescindible y vulgar. Qué razón tenía Saint Exupéry: somos los amos de las cosas cuando las emociones nos responden. Cuando lo que responde es el aburrimiento y ese estado veraniego de no hacer nada, entonces necesitamos coraza y escudo para defendernos de la ordinariez.

Lo ordinario no está sólo en la televisión, aún más deleznable en verano. Porque, seamos sinceros, qué es más vulgar: la emisión que vieron cuatro millones de personas asombradas porque una periodista -o lo que sea-, quiere hundir a la ex mujer de un torero o soportar a Trinidad Jiménez afirmando que es libre y que no la manda Zapatero contra Tomás Gómez. ¿Es más ordinaria la mentira o la vulgaridad?

Huimos de la ciudad y de la televisión. De ese espejo que tantas veces refleja lo que no queremos ser; lo que no sabemos que somos. Y sin embargo no hay huida posible sin libros. Yo no sé si el libro desaparecerá antes que los lectores. Sé que sin ellos la vida no merece ser vivida. Eso creemos algunos. Mi amigo Fernando Rodríguez Lafuente es un confesor de familia que siempre tiene una recomendación, un consejo para vivir y para que la vida merezca ser vivida. Lee 'El Poder del Perro', de Don Winslow, me dijo. Y eso hice. Son 700 páginas que te conmueven desde que empieza: «El bebé está muerto en manos de su madre». A partir de ahí entra la vida como una borrachera milagrosa que te anuncia dos cosas: que no perderás la consciencia por tremendo que sea lo que leas, y que no habrá resaca. México, drogas, dólares y política.

La vida, caprichosa y apasionada, sorprende. El día que terminé la novela el periódico informaba del primer gran golpe contra el cartel de Sinaloa, de la muerte del capo Nacho Coronel y de la voluntad del presidente mexicano Felipe Calderón de luchar contra los narcos. Cuando leí la noticia se me encogió el corazón. ¡Pero era verdad! Era cierto que la novela se había hecho vida, y la vida realidad, y la realidad actualidad. La fotografía que ilustraba la noticia mostraba los cuerpos de 15 cadáveres abandonados en Tamaulipas tras un ajuste de cuentas. Esa foto ya la había visto antes de que alguien la hiciera. Al Coronel lo conocí antes de que él supiera que lo iban a balear. Cerré el periódico y fui a la novela. Entonces pensé: desaparecerán los periódicos antes que los libros. Sobre todo si están escritos como 'El Poder del Perro'. Si puede, léalo. Y por favor, no ponga la tele. Salga Trinidad o salga Belén. Busque la vida en un buen libro. Uno que siga así: A juzgar por la forma en que yacen los cuerpos.x s