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Las incógnitas sobre el hundimiento del 'Kursk' perviven diez años después

MOSCÚ. Actualizado: Guardar
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La tragedia por el hundimiento del submarino atómico ruso 'Kursk' cumple en el día de hoy su décimo aniversario. La catástrofe se produjo durante unas maniobras militares en el mar de Bárents y causó la muerte de los 118 marinos que formaban su tripulación. Se produjeron dos explosiones, la segunda más fuerte que la primera, y el navío se fue a pique hasta una profundidad de 108 metros con la proa completamente destrozada.

Según la versión oficial, la primera deflagración fue debida a una «reacción química» causada por el combustible de propulsión de un torpedo 65-76 de la propia nave. Después, al parecer, se declaró un incendio que condujo a un repentino aumento de la presión en el interior y desencadenó la explosión de gran parte de los proyectiles almacenados en la proa.

En la actualidad se manejan otras hipótesis, entre ellas el choque con un submarino estadounidense e incluso un ataque por parte de otro sumergible americano que acompañaba al primero. También un error de disparo del crucero ruso 'Pedro I El Grande'.

Un cúmulo de negligencias

Tras seccionar la proa, que quedó depositada en el fondo del mar, el 'Kursk' fue izado en octubre de 2001 para extraer los cadáveres y recabar datos para la investigación. En un informe publicado en 2002 a partir de documentos judiciales se reconocía que parte de la tripulación pudo haber sobrevivido de no ser por el mal estado de los dispositivos de salvamento y por las numerosas negligencias cometidas por los mandos de la Marina rusa.

El almirante Viacheslav Popov, comandante en jefe de la Flota del Norte en aquel momento, se negó a admitir el naufragio. Dio la orden de actuar nueve horas después, cuando ya era demasiado tarde. El entonces presidente, Vladímir Putin, le destituyó. Las cápsulas de evacuación de emergencia estaban además averiadas y no funcionó la boya de señalización.