Editorial

Marruecos, una prioridad

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Con buen criterio, el presidente del Gobierno se mostró ayer dispuesto a dar a Rabat toda la información necesaria y a hacer cualquier aclaración acerca de los incidentes entre la Policía española en Melilla y emigrantes subsaharianos ilegales que, en la versión oficial marroquí, habrían sufrido vejaciones y malos tratos. El argumento central de esa disposición es que la buena y estable relación con Marruecos es para España una cuestión prioritaria. Y tal es la verdad: sea cual fuere la intención de medios nacionalistas marroquíes al airear, exagerar o tergiversar lo sucedido, Madrid debe insertar el asunto en el marco global de una relación tan amplia y tan fructífera ahora, recuperada la confianza de fondo en esta etapa post-Perejil. Eso es lo razonable y lo práctico. La misión marroquí en Madrid no tiene ahora titular tras la marcha, destinado a una alta función, del muy respetado embajador Azziman. Y se da por hecho el relevo, en una amplia combinación en Exteriores, del enviado español en Rabat, Luis Planas. Proveer estos nombramientos con rapidez y tino ayudaría a evitar deslizamientos artificiales que no pueden tener la capacidad de alterar una relación bilateral tan útil, tan vasta y tan mutuamente beneficiosa.