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Zapatero descarta una crisis de Gobierno pese a la candidatura de Trinidad Jiménez
El presidente promete ahora que estará al margen de la batalla por Madrid
MADRID. Actualizado: GuardarSi Trinidad Jiménez fracasa en su intento de convertirse en la candidata del PSOE a la Comunidad de Madrid -cosa que nadie descarta a estas alturas- seguirá teniendo, al menos, su cargo en el Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero aseguró ayer que no hay nada «cerca» que le haga pensar en acometer una remodelación de su gabinete, «independientemente de lo que pueda pasar en su momento con una posible candidatura».
La apuesta del jefe del Ejecutivo por su ministra de Sanidad como rival de Esperanza Aguirre había desatado entre los socialistas el runrún de una inminente crisis gubernamental. No es nada nuevo. Zapatero lleva meses ahogando especulaciones de este tipo. Lo hizo antes y después del Debate sobre el estado de la Nación; lo hizo cuando se vio obligado a abortar en el último minuto un viaje a Brasil para salvar en el Congreso, y por la mínima, el decreto de recorte del déficit que incluía la congelación de las pensiones. Y, a la salida de su primera audiencia con el Rey en Palma de Mallorca, lo hizo de nuevo. «No hay ninguna previsión -insistió- que afecte a la composición del Gobierno 'a corto'».
La atención del presidente del Gobierno está puesta, de momento, en ganar estabilidad económica e institucional, en lanzar definitivamente las reformas estructurales que se han convertido en la prioridad de su actuación política desde que el pasado mayo, asediado por los mercados, optó por dar un giro drástico a su estrategia. Abandonó la defensa de medidas moderadas que no comprometieran el crecimiento para meter un tijeretazo al gasto, modificar la regulación del mercado laboral y cambiar el marco del sistema financiero. Pero aún le queda obrar sobre el sistema de pensiones.
Eso era así antes de que estallara en toda su magnitud la batalla interna por Madrid y, según dejó claro en su primera intervención pública tras el anuncio de Trinidad Jiménez, ni siquiera la «operación de altísimo riesgo» en la que se ha embarcado casi sin quererlo -así la define uno de sus antiguos colaboradores en Moncloa, y hoy miembro de la Ejecutiva del PSM- le hará cambiar de opinión.
No se trata ya de esperar a saber si los militantes madrileños eligen o no a su favorita. Aun en el supuesto de que el 3 de octubre se impusiera sobre el secretario general del PSM, Tomás Gómez, la titular de Sanidad podría compaginar durante meses sus responsabilidades en el Ejecutivo con su campaña como candidata al gobierno regional.
Precedentes, hay. En 2006 Zapatero pidió a su entonces ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, que encabezara la lista del PSOE a la presidencia de Canarias. Fue designado candidato en octubre pero no dejó el Ministerio hasta febrero de 2007, apenas tres meses antes de los comicios, que, como ahora, se celebraron en mayo.
La propia interesada ya ha dado muestras de pretender hacer algo similar llegado el caso. Además de remarcar que su cargo actual no es «incompatible» con tener una responsabilidad orgánica en el partido aseguró, en la cadena Ser, que es una persona «muy organizada» y dedicada «totalmente con ilusión y entrega» a su trabajo.
«Apasionamiento justo»
La insistencia de Zapatero en no alterar los planes previstos tiene, en todo caso, otra derivada. Aunque se haya mojado tratando de convencer en vano a Gómez de que abandone, nunca quiso embarrarse en este asunto manejado por su número dos en el partido, José Blanco. Finalmente dio un paso al frente porque todos los intentos previos habían fallado, pero ayer aseguró que hasta ahí llega su implicación y que no interferirá en la campaña interna que harán los dos aspirantes, pese a lo mucho que se juega. «Es a los candidatos a quienes hay que escuchar», dijo. «Y después de escucharlos sé que va a ser una contienda constructiva y democrática, que tendrá el grado justo de apasionamiento», añadió.
Es verdad que, si se atiende al perfil de los dos contrincantes, cabe esperar una disputa limpia. Pero no es menos cierto que los seguidores de uno y otro se miran de reojo. Los defensores del secretario general del PSM tienen miedo de que desde el poderoso cuartel de Ferraz -entendiendo por tal a un sector de la ejecutiva federal, porque no toda ella comulga con la operación para apartar a Tomás Gómez- se utilicen presiones o se compren, en sentido figurado, voluntades. Los impulsores de la candidatura de Trinidad Jiménez sostienen, por su parte, que el líder de los socialistas madrileños ya se ha creado una red de favores en los tres años que lleva al frente del partido, y temen que ahora utilice el aparato en su beneficio.
El secretario de Política Municipal del PSOE y miembro del PSM, Antonio Hernando, reclamó a la organización regional, en la Cope, garantías de «neutralidad». Pero lo mismo exigen estos días los principales colaboradores de Gómez, entre ellos, la portavoz en la Asamblea y dirigente de la ejecutiva federal, Maru Menéndez.