EN DEFENSA DE LOS TOROS
Actualizado: GuardarPorque hacen daño y lo saben. No lo hacen por el toro de lidia, ni para que no sufran los animales, ni por el bien de la humanidad. Lo hacen simplemente porque hacen daño y lo saben.
El toro es el símbolo de España, al prohibirlo, prohíben España. Es la misma razón por la que algunos prefirieron un perro atropellado (Cobi) en vez de un toro como mascota de las Olimpiadas de Barcelona. Y por la que, cuando se puso de moda la pegatina del toro español también se puso de moda la pegatina del burrito catalán (Equus africanus asinus). Que, por cierto, no era ni burro ni catalán, era asno y africano. Pero para el caso daba igual tardaron poco en encontrarle el RH negativo. Lo importante es el No a España. Hacen daño y lo saben.
Yo puedo entender que haya gente a la que las corridas de toros le hieran la sensibilidad. Mi abuela Carmen, ecologista militante, era una de ellas (aunque hacía un rabo de toro buenísimo). A estos, con los que sí que merece la pena razonar, se echa en falta alguien que les explicase las contradicciones en las que caen los antitaurinos.
A los que quieren proteger al toro de lidia como especie única, alguien tendría que decirles que sin corridas no hay toros. Es la única razón por la que existen. Gracias a esto en España hay censados decenas de miles de toros de lidia, cuando sólo quedan 400 burritos catalanes (Equus africanus asinus). Los toros han sorteado la extinción que les ha llegado a todos los de su especie en Europa (bisontes y uros) gracias a las corridas. Queda por ver qué le pasará al burrito catalán.
A los que quieren evitar la tortura animal hay que decirles que van por el camino correcto. La mejor forma de que no se torturen animales es que no haya animales. Que no nazcan.
Hace falta que alguien les recuerde a los que ven inmoral hacer un espectáculo de la muerte de un animal (que pueden tener parte de razón) que la moralidad empieza por uno mismo. Que dejen de hervir el marisco vivo, tomar butifarras de matanza o foie antes de meterse con la moral de los demás. Por lo menos, hasta que se invente la forma de pasar de marisco a caldereta, de cerdo a butifarra o de hígado de ganso a foie sin pasar por la muerte del animal.
Y a todos ellos juntos, recordarles la máxima del mayo francés 'prohibido prohibir'. Si no les gustan las corridas que no vayan y ya está. Como gente razonable que son seguro que entienden nuestras razones aunque no las compartan.
Con los que no merece la pena razonar es con la pandilla de antitaurinos militantes. Esos que se dedican a ponerse en pelotas a la menor oportunidad delante de las cámaras. Unas veces en pelotas con pintura roja por encima, otras en pelotas con banderillas y espadas clavadas en la espalda. Supongo que lo hacen en la esperanza de que la repulsión y asco que producen sus personas convenzan al televidente de la maldad de las corridas de toros. Fue su presidenta la que dijo eso de «En los campos de concentración seis millones de judíos murieron, pero seis millones de gallinas morirán este año en los mataderos». Una perla. Lo que no se le ha ocurrido todavía es cómo alimentar a las miles de millones de personas que vivimos en el mundo sin matar pollos. Seguro que en cuanto encuentre la solución la nominan para el Nobel.
Todo este plan de los animalistas nunca hubiese tomado la relevancia que ha tomado en España de no ser porque estos antitaurinos han encontrado su simbiosis perfecta con unos cuantos políticos del partido de 'Rinconete y Cortadillo', deseosos de sacar tajada en las inminentes elecciones catalanas. Piensan que lo que les beneficia es polarizar la sociedad catalana, que así ganan más votos. ¿Y qué mejor forma de enfrentar a los catalanes con el resto de España que los toros?. Por eso, una vez que lo han tenido claro, se han lanzado a degüello.
Para ellos la alianza es ganadora. Unos han conseguido que se prohíban las corridas de toros en Cataluña y elevar la polémica a nivel nacional y los otros consiguen movilizar contra España a su electorado antes de las elecciones. Pero, ¿a qué precio?
El mayor perjuicio no es económico, aunque lo hay y especialmente en la provincia de Cádiz, concretamente a lo largo de la ruta del toro. Ni político, por mucho que la unidad de España sea importante. El mayor perjuicio es el retroceso que sufren los derechos humanos cada vez que se le hace una nueva concesión a estos animalistas. Lo que se consigue cuando se intenta elevar a los animales a la categoría humana es precisamente lo contrario: acercar a los hombres a la categoría de animales. Un pollo en un matadero se mata, un niño judío en un campo de concentración se asesina. Un perro se castiga, un preso político se tortura. Un toro muere y no pasa nada, cuando muere un torero es una tragedia. Menos en Cataluña, donde a partir de ahora los animales serán un poco más humanos y todos seremos un poco más animales.