El fuego acecha a Putin y Medvédev
La ineficaz gestión de la lucha contra los incendios desata las críticas de los rusos mientras la oposición compara la crisis con la caída de la URSS
MOSCÚ. Actualizado: GuardarLa población desconfía de la información oficial sobre la supuesta buena marcha de la lucha contra el fuego en las regiones del centro de la parte europea de Rusia. Cualquier dato esperanzador se ve enseguida desmentido por la cruda realidad. Así sucedió ayer cuando, después de que el domingo el Ministerio de Protección Civil anunciara que los incendios tienden a disminuir, Moscú apareciera otra vez envuelta en humo.
A lo largo del día el cielo empezó a ser de nuevo azul, después de días de color marrón, y una tenue brisa parecía anunciar que se avecinaba el final del severo suplicio que la polución inflinge a las vías respiratorias y a los ojos en la capital. Pero no, al final de la tarde regresaba el manto de humo y el olor a combustión se colaba de nuevo en el interior de las casas.
La breve tregua que había permitido ventilar la enrarecida atmósfera de habitaciones cerradas durante días a cal y canto tocaba a su fin y con ella la sensación de frescura. De nuevo las viviendas moscovitas volvían a ser como saunas, con temperaturas superiores a las de la calle. Ayer descendieron sólo hasta los 35 grados.
Según el ministro de Protección Civil, Serguéi Shoigu, «se necesita viento, da lo mismo en qué dirección, pero viento que limpie la atmósfera de la ciudad. Lo peor es que el humo se quede estancado». La concentración en el aire de partículas nocivas para el organismo, procedentes no sólo de los incendios sino también de los coches y las fábricas, supera siete veces los niveles aconsejables.
El Instituto Meteorológico ha alertado que el nivel de contaminación medioambiental continuará en números peligrosamente altos también los próximos días. La segunda mala noticia que ayer apesadumbró a los moscovitas fue que la mortalidad en la ciudad se ha duplicado. La dio Andréi Seltsovski, responsable del departamento de Sanidad del Ayuntamiento.
Urgentes enterramientos
Según Seltsovski, «en condiciones normales la media de decesos diarios en Moscú se sitúa entre los 360 y los 380, pero ahora estamos alrededor de los 700». El funcionario municipal advirtió que ya están ocupadas 1.300 de las 1.500 plazas existentes en los depósitos de cadáveres de la ciudad, dando a entender que habrá que darse prisa en enterrar a los muertos.
Mientras tanto, el presidente, Dmitri Medvédev, y el primer ministro, Vladímir Putin, centraban como de costumbre los informativos de las televisiones. El primero viajaba a la república de Mari-El para interesarse por los trabajos de extinción y el segundo reunía a su Gabinete para constatar lo que para todos es ya evidente, que el país carece de medios suficientes para hacer frente a los incendios. El número de focos activos asciende a 557, tres más que el domingo, y amenazan otro centro nuclear más, el Mayak, en Ozersk (Cheliabinsk).
El viaje relámpago de Medvédev a Abjasia del domingo, para recordar la guerra de hace dos años con Georgia por el enclave de Osetia del Sur, en mitad de los fuegos ha levantado numerosas críticas de opositores y analistas. El politólogo Stanislav Belkovski cree que el régimen corrupto del tándem Medvédev-Putin no es ya capaz ni de apagar incendios. Ve a ambos dirigentes «agotados» y asegura que la Rusia actual se parece mucho a la Unión Soviética en la víspera de su desintegración.
Los separatistas chechenos se mofaban desde su web islámica de los sufrimientos de Moscú. 'Mueren como moscas', rezaba el título de un artículo sobre el aumento de la mortalidad a causa del fuego. Los extremistas consideran que la mayor parte de los incendios son provocados debido al malestar existente en el país en relación con la élite dirigente. Lo cierto es que, hasta el momento, no ha habido ninguna información oficial que explique si los fuegos son intencionados o consecuencia de descuidos.
Pero, dadas las circunstancias, cada uno se pone a salvo como puede. Moscú, que el domingo apareció completamente desierta, adquirió ayer uno poco más de actividad. Para escapar del calor y el humo, la gente prefiere los grandes centros comerciales. «Vengo aquí con mi bebé porque es el único sitio en donde puede respirar aire algo más limpio», comentaba una joven madre en los almacenes Evropeiski, cerca de una de las principales estaciones de ferrocarril de Moscú.
Otros, como Yaroslav Zorin, un pequeño empresario, ha decidido enviar su familia a Antalia (Turquía) e irse él a vivir a un hotel de Moscú. «En mi casa no tengo aire acondicionado y en el hotel, sí», comentaba al canal de televisión ruso NTV. En la ciudad han sido abiertas unas 120 salas provistas de aire acondicionado, biblioteca y pantalla gigante para que acuda el que lo desee. El metro es otro de los refugios, pero la única línea bien ventilada es la circular.