El sacrificio de animales ha de ser según un rito especial. :: ESTEBAN
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Recuperarse del ayuno, un gozo para las noches

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Durante el Ramadán, los musulmanes de todo el mundo realizan un ayuno diario desde antes del alba hasta la puesta del sol, tomando su primera comida al acercarse la oración del anochecer. El objetivo es enseñar la paciencia y la humildad, así como recordarles lo afortunados que son, haciendo hincapié en la ayuda al necesitado y a aquellos con menos suerte. Pero parte del encanto que observa el curioso reside en el momento contrario.

Hicham Charaa, responsable de una de las carnicerías cercanas a la mezquita, me llama la atención: «Nosotros trabajamos para todo el año y no sólo para el Ramadán». Su labor es importante, y no sólo para el alimento del cuerpo. Excluido el cerdo de antemano, el resto de animales que consumen pasan un singular protocolo para poder ser consumidos. Son colocados mirando hacia La Meca y degollados de modo que se facilite el total desangrado.

Me enseña un trozo de ternera mientras explica: «El cerebro del animal recibe el mensaje de que falta sangre y desde todo el cuerpo la envía hacia la cabeza, así es como sale limpia la carne». Tampoco le falta un detalle capaz de ser entendido por no musulmanes ya que «además, cuando esta carne se pone en la barbacoa no sale ni espuma ni líquido ni nada». Toda una invitación, también, para aquellos con devociones puramente gastronómicas.

Dátiles, harira y repostería

Dice Hicham que una de las claves está en el aliño. Da la impresión que aquí no hablamos de religión. Pero, si la rareza de una muerte como la que se da a los animales no se evidencia en el trozo que me muestra, existen otros signos de la gastronomía musulmana en pinchitos o salchichas con ese toque oriental inconfundible.

Verdadero estímulo para los sentidos es, por su parte, un establecimiento que, más allá de la imagen que en Occidente se tiene de una carnicería, aparece como un híbrido con detalles de bazar. Además de versículos del Corán por allí y por aquí, los juegos de té a la venta dan un toque distinto a la tienda. El resto lo ponen las especies, las enormes sandías procedentes de Marruecos o el labán, leche fermentada inusual en nuestra tierra pero clave para el cumplimiento religioso.

Lejos, sin embargo, de algunos tópicos arraigados, «no se trata de hartarnos de comer al llegar la noche, de hecho, lo primero, es recuperar energía». Por ello, alimentos calóricos como dátiles, almendras o 'harira', una sopa especial, aparecen entre los primeros. Luego podrán aparecer otras especialidades hasta culminar con una repostería exquisita. La noche es larga. Ya llegará la amanecida y, con ella, un nuevo ayuno.