VACACIONES
Actualizado: GuardarIrse de vacaciones -aunque este año me resulten especialmente cortas y adulteradas- invita a la reflexión. Se trata de mandar lo más lejos posible a cuantos hacen de tu día a día una existencia que nada tiene que ver con lo que uno entiende por felicidad. También toca, porque el instinto profesional es insaciable, mirar hacia atrás y hacer balance de lo que ha ocurrido en estos últimos 12 meses. Mi análisis va a ser breve, el tiempo de escribir estas líneas, porque de lo contrario ni este corto periodo de tiempo me resultaría satisfactorio y productivo. Centrándome en el Cádiz CF, que es el argumento que para bien o para mal ocupa la mayor parte de mi tiempo profesional, el balance es desalentador. Me voy de descanso y dejo atrás un club que vive posiblemente las horas más bajas de su historia. Desmantelada estructural y deportivamente, la entidad cadista se dispone a abordar su falso centenario en Segunda B, ese pozo al que de nuevo le ha conducido la nefasta gestión de sus dirigentes. Las personas encargadas de mantener el prestigio de un club que hasta hace muy pocas fechas presumía de ser el más importante de la provincia y que estos figuras, perfectamente enchaquetados y engominados, han convertido en una sombra de lo que era. Hablamos de un engendro sin pies ni cabeza al que todos acuden para aprovecharse del escaso prestigio que le queda. Un Cádiz que está sentando las bases de su futuro inmediato sobre una serie de títeres que ocupan un lugar destacado en el salón de la fama de bultos sospechosos gaditanos. El problema es que este disparate va para largo porque sigue sin aparecer una persona o un grupo lo suficientemente cabal para atajar el desmán. A la postre, en agosto de 2010, el Cádiz es simplemente una nave a la deriva de la que hace tiempo saltaron el capitán y su tripulación mientras las ratas siguen campando a su antojo.