EL CHEQUEO

Toros

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Si alguien leyera exclusivamente el artículo 38 apartado 'e' de la ley 11/2.003, de 24 de noviembre, de Protección de Animales de la Comunidad Autónoma de Andalucía que considera como infracción muy grave «el uso de animales en fiestas o espectáculos en la que pueden ser objeto de daños, sufrimiento, tratamiento antinaturales, malos tratos o tratos que se puede herir la sensibilidad del espectador», pensaría que las corridas de toros están prohibidas en Andalucía. Profundizaríamos en ese error si consultamos en su preámbulo las referencias de la Declaración Universal de los Derechos del Animal aprobado por la UNESCO el 17 de octubre de 1.978, y posteriormente por la ONU, pues en esta declaración se estima que el respeto hacia los animales por el hombre está ligado al respeto de los hombres entre ellos mismos y en su artículo tercero se declara que ningún animal será sometido a malos tratos ni actos crueles y si es necesaria la muerte de ese un animal, esta debe ser instantánea, indolora y no generadora de angustia. En cambio, la ley andaluza, sin motivación alguna, excluye de esa protección al toro y al gallo de pelea, aunque este último tiene mayor amparo pues sólo se autorizan peleas para la mejora de la raza y la exportación de esos animales.

¿Cuál es el verdadero motivo para que el toro bravo sufra tamaña discriminación? El espectáculo taurino es un lucrativo negocio que mueve en España, según algunas fuentes, unos 2.500 millones de euros. En Cataluña, con apenas 16 corridas al año y una sola plaza de toros, la Monumental, funcionando prácticamente de cara al turismo, el entramado de intereses defensores de las corridas era insuficiente para parar el movimiento antitaurino de su moderna sociedad. Canarias abolió estas prácticas en 1991, pues desde 1984 no se celebraban corridas, también por falta de afición.

A pesar de que los espectadores van disminuyendo en toda España, es muy difícil que esta tradición, tan cercana a los circos romanos, desaparezca de comunidades como la andaluza donde se encuentran ubicadas un gran número de ganaderías, plazas de toros y escuelas taurinas. No sería, en cambio, extraño que otras comunidades, se sumen próximamente a las tesis abolicionistas e impidan la lidia del toro.