Editorial

El CIS retrata la mala política

La sociedad española está desolada por el escaso acierto de las élites que dirigen el país

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La encuesta de julio del CIS -cuya difusión en estas fechas ha sido criticada por el PP-, elaborada después del ajuste anunciado por el Gobierno, refleja la mayor ventaja que ha conseguido el Partido Popular sobre el PSOE desde el inicio de la legislatura: el PP subiría 1,7 puntos en tanto el PSOE descendería 3,1 desde la encuesta de abril y la ventaja popular sería, de celebrarse ahora las elecciones, de 6,3 puntos. Con todo, más relevante que el indicador de intención de voto, que es por su propia naturaleza voluble, hay otros elementos de la encuesta que son si cabe más significativos. En concreto, la tercera preocupación de los españoles (tras el paro y la situación económica), «la clase política, los partidos políticos», sube de encuesta en encuesta y en julio ya ha sido mencionada por 21,7 de cada 100 encuestados. En correspondencia con esta desconfianza, todos los políticos suspenden -Zapatero, a la baja, consigue un 3,48 y Rajoy, al alza, un 3,14- y solo tres ministros rebasan el 4: Rubalcaba (4,47), Chacón (4,23) y Gabilondo (4,00). Duran i Lleida (3,72) y Rosa Díez (3,69) superan al presidente del Gobierno y al líder de la oposición. No deja de ser llamativo que, en términos estadísticos, los ciudadanos valoren mejor al Gobierno que a la oposición: el 55% cree que la gestión del Gobierno es mala o muy mala y el 61% tiene esta misma opinión de la labor de oposición del PP. En otras palabras, es manifiesto a partir de los datos mencionados que la sociedad de este país está desolada por la mala calidad de la política y el escaso acierto de las élites que la dirigen, conclusión que debe de haber obtenido de la escasa maestría con que las formaciones parlamentarias han tratado de afrontar la recesión económica, con su secuela de desempleo y empobrecimiento colectivo. La tardía reacción y las improvisaciones del Gobierno, la incapacidad de la oposición para arrimar el hombro y conseguir pactos con la mayoría, la evidencia de que las fuerzas políticas y sus líderes están más pendientes de sus expectativas electorales que del interés general han sido los elementos de una gran frustración. De la lectura de la encuesta, el 'establishment' debería cambiar de actitud y afrontar la 'rentrée' con otro ánimo más constructivo.