'Gay story'
Que alguien vea machismo en 'Toy Story 3' indica de lo despistados que estamos
Actualizado: GuardarA los pocos días de su estreno en Estados Unidos, ya hubo quien descuartizó a los guionistas de 'Toy Story 3', la última película de la factoría Pixar y tercera entrega de las aventuras de los famosos juguetes animados de Andy. ¿El motivo? Según algún perspicaz y vigilante censor (o censora), se trata de una historia machista y homófoba. Ahí es nada. Tarjeta roja.
En cuanto al primer cargo, la acusación se basa en que los dos protagonistas principales, el estupendo sheriff Woody y el colosal guardián espacial Buzz Lightyear, son varones. También es varón el dueño de los juguetes, el antes mencionado Andy. Los personajes femeninos, en cambio, serían todos secundarios. Todo esto ya empieza a ser algo discutible. Para empezar, en la película también sale una niña, que al final (y no diremos mucho para no destrozar el cuento) tiene un papel más que relevante. Y está la intrépida vaquera Jessie, decisiva en esta entrega, como ocurría en la anterior, en varios giros de la historia. E incluso Barbie, que protagoniza una secuencia antológica coaccionando a Ken en su guardarropa (de Ken). Pero claro, no hay nada como mirar algo con un filtro puesto para no ver nada más que lo que pueda confirmar la teoría que se traía a priori.
En cuanto a la homofobia, es justamente el personaje de Ken el que vendría a acreditarla. En la película se le presenta como un chico atildado, siempre pendiente de lo que se pone o lo que se deja de poner, que tiene arranques de rabia más femeniles que masculinos y que para colmo escribe con una caligrafía redondita y pone corazoncitos en lo alto de las íes. Los demás juguetes varones lo torturan diciéndole que es un juguete para chicas, lo que a él le arranca furiosas protestas. ¿Metáfora del gay que no quiere salir del armario? Todo terriblemente improcedente para los inquisidores de la corrección de género.
Sinceramente, que alguien se fije en estas zarandajas, inconsistentes cuando no accesorias o las dos cosas, en una historia tan llena de talento, donde todos los personajes (incluidos Ken y Barbie, en principio llamados a la vacuidad) resultan hondos y memorables, viene a ser un indicio de lo despistados que estamos en este comienzo de milenio en el que mejor haríamos en preocuparnos de otras cosas más enjundiosas.
Por ejemplo, de eso que dicen los soldados de plástico de la película, cuando temen que ahora que el niño propietario ha crecido y se dispone a ir a la universidad, van a tirarlos a todos a la basura: «Cuando llega el momento de la basura, los soldados somos los primeros». Y antes de que los arrojen al cubo, se lanzan ellos por la ventana en paracaídas. Permítanme formular un deseo: ojalá hubiera más películas inteligentes y hermosas como ésta, y menos pensadores (y controladores) de pamplinas.