Multitud. San Mateo se llenó en la festividad de Santa Marta para ver la procesión. :: J. FERNÁNDEZ
Jerez

Santa Marta mira al futuro

La hermandad, con cincuenta años de historia, va poco a poco encontrando su ruta

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Parece que fue ayer, pero la Semana Santa gira mucho más rápido de lo que podemos abarcar. Parece que fue ayer cuando la hermandad de Santa Marta era una de las más animadas, de las más alegres de nuestra Semana Santa. Eran otras épocas, eran otros tiempos, otras modas. La sevillana imagen de la Macarena marcaba el resto de la Semana Santa andaluza, y las cofradías hacían todo lo posible por copiar, en el sentido más negativo de la palabra, a la corporación de San Gil. Poco importaba el estilo de las hermandades, poco importaba si eran de negro o de capa. El resultado final era un híbrido, a veces sangrante, que no dejaba a nadie indiferente.

En este camino generalizado de la Semana Santa regional se encontraba la hermandad de Santa Marta cuando apenas cumplía sus primeros 30 años de vida. De hecho, su dolorosa titular, Madre de Dios del Patrocinio, recuerda levemente a la que ríe y llora en su Basílica sevillana, en un claro guiño a su tiempo fundacional. En esta senda se encontraba la hermandad de Santa Marta, cuando bajaba la cuesta de la Encarnación, aquella famosa cuesta hoy olvidada para las hermandades gracias al cambio de la Carrera Oficial, que hacía las delicias de los que allí se concentraban por el simple morbo de ver el sufrimiento de los costaleros, fatigados ante el esfuerzo.

Por allí transitaba la hermandad de Santa Marta cuando sonaban para su misterio los sones de las mejores marchas que, perfectamente trabajadas por los costaleros, mecían el paso al compás de los pentagramas, llevando los costeros, los cambios e incluso los pasos hacia atrás al éxtasis a la juventud que se agolpaba para ver pasar a la hermandad por una de las calles más complicadas de su recorrido. Esa era la realidad de Santa Marta, y poco importaba que el misterio fuera el Traslado al Sepulcro de un Dios que, muerto en un sudario, pedía a gritos un poco más de seriedad en las formas de un Miércoles Santo que tardó en comprenderlo. Pero llegó. Ese cambio llegó, y sin duda, fue el salto cualitativo de una cofradía que hoy mira esperanzada al futuro.

Llegó porque tenía que llegar, porque era obligatorio que así fuera, porque no tenía más sentido ser una más de las que copian absurdamente, y había llegado la hora de buscar en la propia historia de la cofradía una estética más apropiada. Llegó la música de capilla para el misterio, que sintonizaba a la perfección con el serio cortejo de la cofradía, y el cambio de repertorio musical para la dolorosa.

Era seguir copiando, lo que hemos hecho siempre en Jerez, lo que se ha hecho siempre por esta bendita región que tiene en Sevilla un espejo maravilloso donde mirarse. Pero ahora, el maestro era diferente, porque la cofradía recordaba mucho más a Santa Marta, a la que sale el Lunes Santo en la capital hispalense, en lugar de a la alegre y elegante Esperanza Macarena. Un cambio de estilo acertado, una nueva cofradía de un año para otro, que hoy, muchos años después, está recogiendo sus frutos.

La hermandad cumple ahora cincuenta años, y está inmersa en un programa de actos que sería impensable hace unos años que lo desarrollara la cofradía del Miércoles Santo. Completo, ajustado, cuidando los detalles con sus propios hermanos pero abriendo las puertas de la casa de hermandad para todos... Un ejemplo de cómo, con simpleza, se puede montar un calendario de actividades y cultos al mejor nivel. Eso está viviendo la hermandad de Santa Marta, que el pasado jueves quiso seguir avanzando en su evolución, y sacó a la calle a la Patrona de la Hostelería.

Posiblemente, durante el recorrido, algunos de los más antiguos de la hermandad pensaran en cómo ha cambiado a lo largo de los años. Ahora sale con la Caridad de nuevo tras Santa Marta, después de unos años en que la Municipal de Rota era la encargada de poner los sones musicales. Ahora sale con una amplia representación de la hostelería local, y está más de tres horas en la calle. Los costaleros ya no llevan molías, sino costal, el paso no es el de palio del Patrocinio... Muchos cambios, claro que sí, pero la calle llena de devotos, el recorrido atestado de gente.

Un sueño antes impensable en una cofradía que pasaba por la calle Cabezas en la soledad de un Miércoles Santo que sólo entendía de Prendimientos, y de Amarguras, y de la tercera caída de Jesús camino de San Lucas. Un sueño que la cofradía espera cumplir en la próxima salida extraordinaria del Patrocinio. Un sueño que se ha cumplido por saber mirar al futuro, rompiendo con su propia historia.