JOSÉ CARLOS MUÑOZ GARCÍA
Actualizado: GuardarEn unos momentos en los que, debido a múltiples factores sociales, económicos y políticos, asistimos a una progresiva mengua de ciertos valores religiosos tradicionales, la figura del padre José Carlos Muñoz García, Canónico de la Catedral de Cádiz, recobra la talla y el esplendor del sacerdote que es plenamente consciente de la nobleza que encierra el ejercicio de su vocación de servicio. Hombre profundamente honesto y dotado de una asombrosa capacidad de reflexión, ejerce su ministerio irradiando un entusiasmo contagioso y generando a su alrededor un profundo respeto.
Nosotros, en más de una ocasión, hemos tenido la suerte de que nos explicara el secreto íntimo de su decisión de consagrar su vida a los fieles: «yo valoro, aprecio y me dedico al Ministerio porque amo a Jesucristo y porque considero mi servicio a la Iglesia como un regalo divino». Ésta es la razón profunda de su entrega incondicional a la imperecedera misión de aliviar el sufrimiento del ser humano y de ennoblecer su calidad de vida.
Es aquí, en este fondo trascendente, donde brotó su decisión de dedicarse al ejercicio de la liturgia, a ofrecer alimentos que fortalecen la vida del espíritu, y a administrar medicinas que serenan las conciencias: a cuidar la salud del individuo y a fortalecer la vida de la comunidad. El padre José Carlos tiene la humildad de aprender cada día la nueva lección que le enseñan los libros, el trato con los enfermos y, sobre todo, los avatares de la vida. Por eso, cuando acaba de cumplir cincuenta años de ministerio, sigue creciendo en conocimientos, en nobleza, en delicadeza y en generosidad. Crítico con las posturas blandas y con las actitudes acomodaticias, el padre José Carlos Muñoz muestra, sin embargo, una inmensa capacidad de empatía hacia los seres humanos que manifiestan algún sufrimiento. Siempre ha huido de los inútiles halagos y ha preferido seguir por la senda de la concienzuda administración de los sacramentos y por el camino diáfano de la proclamación de la Palabra. Es aquí donde este gaditano tenaz sigue encontrando los estímulos para continuar adelante; es aquí donde -en medio de un mundo ruidoso, contradictorio y de frívolo- este hombre sobrio -intensificando los valores fundamentales de la enseñanza cristiana- nos sigue transmitiendo luminosos mensajes de bondad, de seriedad y de rigor.