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Un enfermo con salud de hierro
El PSOE cierra el período de sesiones con 22 votaciones perdidas, pero logra sacar adelantes todas sus leyes importantes Zapatero salva el curso político con su «geometría variable» parlamentaria
MADRID. Actualizado: Guardar«Un cadáver político». Así definió Josep Antonio Duran i Lleida Rodríguez Zapatero en un reciente debate parlamentario.
La estadística demuestra, sin embargo, que el enfermo tiene una salud de hierro, al menos en lo que afecta a su capacidad política y legislativa en el Parlamento. La semana pasada, el PSOE, en sólo dos días de pleno, consiguió sacar adelante tres leyes -puertos, trabajadores autónomos y contratación de servicios-; el real decreto de cajas de ahorros, el debate de totalidad de la reforma laboral y el techo de gasto, paso imprescindible para poder elaborar los Presupuestos Generales.
En el actual periodo de sesiones, que echó el cierre el pasado jueves, el partido que sustenta al Ejecutivo de Zapatero ha logrado que el Congreso le apruebe siete leyes y un ramillete de decretos de gran complejidad, como en de las medidas de ajuste para reducir el déficit. En los dos años consumidos de la presente legislatura, el Gobierno ha obtenido el plácet de las Cortes para 47 leyes ordinarias y otras diez orgánicas, las que requieren mayorías absolutas. En los últimos meses ha optado por un «camino más corto» para desarrollar su acción política: los reales decretos ley del Consejo de Ministros, con un total de 28.
Y todo ello gracias a la magia de la «geometría variable», un término al que José Antonio Alonso, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista, le otorgó una acepción política. ¿Qué significa esta expresión? Iñaki Anasagasti, senador del PNV, la explica en su blog mediante un símil con tintes de serranilla. «Es lo que los mozos guapetones de los pueblos hacían en las romerías cuando se ponían en el centro de la pista y sacaban en cada momento a la chica que les apetecía y cuando se cansaban, sacaban a otra».
La geometría variable, en un idioma más político, se ha convertido en la única herramienta de la que dispone un PSOE sin mayoría absoluta y sin posibilidad de sellar pactos estables con otras formaciones. Pero para que la ecuación funcione se necesita una premisa clave y que, parafraseando a Anasagasti, sería: que la moza quiera bailar con el mozo. Hasta el momento, PNV, CiU e incluso PP han votado puntualmente con el Ejecutivo que, básicamente, ha podido desarrollar su programa de gobierno sin grandes disgustos. Es cierto que en el periodo de sesiones que ahora se marchita, el PSOE ha perdido 22 votaciones en el pleno, pero en el cómputo global supera el 98% de aprobados y no ha sido derrotado en ningún punto de relevancia.
¿Mérito propio o demérito de su principal rival, el PP? Mariano Rajoy ha intentado en los últimos meses reconducir las gélidas relaciones entre populares y nacionalistas. Un distanciamiento a Rajoy presentar una moción de censura, pese a que nacionalistas vascos y catalanes han certificado en las últimas semanas su convicción de que el proyecto de Rodríguez Zapatero estaba agotado. Con las encuestas de cara y con su partido pidiendo que diera más caña, Rajoy optó por convertirse en el primer líder de la oposición en retar al presidente a disolver las Cortes. «Presénteme una moción de censura», fue la única respuesta de Zapatero.
¿Cómo funciona la geometría variable? Dos ejemplos prácticos. El PSOE se escoró a la izquierda para aprobar la Ley del Aborto con el beneplácito de IU-ERC-ICV-BNG-NBAI. Los socialistas triunfaban con esta sociedad en el Congreso, pero corrían el peligro de fracasar en el Senado. Las fuertes críticas del PP a este proyecto obligaron al Gobierno a sumar apoyos de otras tendencias ideológicas. El PSOE llamó a las puertas del PNV y, a petición de los nacionalistas, barnizó algunos aspectos polémicos. De esta forma, y pese al ceño fruncido de la izquierda, se cercenó la libertad absoluta con la que las jóvenes de 16 y 17 años podían interrumpir el embarazo sin informar a sus padres, pero la ley salió adelante.
Medidas de ajuste
El otro caso representativo fue, sin duda, la aprobación del decreto que incluía las medidas de ajuste para la reducción del déficit. El momento era crítico, con los especuladores jugando con los mercados españoles y la Unión Europea reclamando un plan 'sí o sí'. Con este panorama, un circunspecto Zapatero acudió el 27 de mayo al Congreso para pedir el apoyo necesario para santificar su decisión de reducir el sueldo a los funcionarios públicos, congelar las pensiones a los jubilados y acometer un severo recorte en la inversión pública en infraestructuras.
Ni siquiera aspiraba a que nadie le respaldase con un 'sí', tan sólo buscaba las abstenciones necesarias. Los socialistas, en un gesto que recordó al dicho popular de «dame pan y dime tonto», aguantaron estoicos la andanada que les soltó Durán i Lleida. «Haga los deberes, deshaga lo que ha hecho mal, que es mucho, y cuando lleguen los presupuestos y no pueda sacar, convoque elecciones, porque su etapa, señor presidente está ya finiquitada». El portavoz de CIU se desahogó, pero sus diez abstenciones salvaron el decreto y al Gobierno.