JP Candela.
Sociedad

«Fiesta hay poca en el mundo de los DJs»

JP Candela DJ residente de Pacha Ibiza

MADRID. Actualizado: Guardar
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Entre todos los símbolos relacionados con el mundo de los DJs, la electrónica y las discotecas, puede que el más característico sea el de las dos perfectas cerezas rojas que instantáneamente nos remiten a Pacha. Y quizá también a la 'niña bonita' del grupo, Pacha Ibiza. JP Candela lo sabe bien; este madrileño es uno de los DJs residentes de una de las 'catedrales' de la electrónica ibicenca.

- ¿Cuánta gente le dijo que estaba loco cuando decidió hacerse DJ profesional?

- Mi familia me decía que esto no era un trabajo y que debía dedicarme a algo más serio. Ahora son mi mayor apoyo y están muy orgullosos.

- ¿Es la electrónica un género musical por y para el baile?

- La electrónica abarca muchos estilos diferentes, pero sí, la gran mayoría de ellos se producen por y para el baile.

- ¿Cómo es la competencia en el sector?

- Es muy sana, todos somos conocidos. En Ibiza, en las sesiones de los DJs, siempre hay otros en la cabina pasándoselo bien. Somos muy afortunados, porque aprendemos de los demás.

- ¿Piensa que algunas sesiones de DJs ya se parecen más a conciertos 'a la vieja usanza'?

- El fenómeno DJ ha crecido mucho durante esta última década, sobre todo porque el DJ ahora no sólo pincha, ya produce su propia música. El público va a escucharlo como si fuese a ver a un grupo de otro género.

- ¿Qué significa para un DJ ser residente de Pacha Ibiza?

- Uno de mis grandes objetivos era llegar a esto; es el club más importante del mundo.

- ¿Ser residente implica un ritmo más pausado de viajes?

- Es posible que sea así en algunos casos, pero lo bueno de Pacha Ibiza es que dedica mucho tiempo a los tours y a la proyección de sus DJs, así que para mí el ritmo de viajes ha subido. El último ha sido una gira increíble por el Mundial de Sudáfrica.

- ¿Qué tópicos sobre los DJs desmentiría? ¿Que hay de verdad en eso de 'todo el día de fiesta'?

- Hay muchos tópicos. La verdad es que es una vida bastante dura: te pasas la mitad del tiempo viajando y cuando llegas a una ciudad tienes que cenar con promotores, luego pinchar, dormir poco y otra vez al avión. Fiesta hay poca, aunque no lo cambiaría por nada.