Serbia «nunca» reconocerá Kosovo
El Ejecutivo cierra filas contra la sentencia de la CIJ y advierte de que abre la «caja de Pandora»
Actualizado: GuardarLejos de cerrar un capítulo más del intrincado conflicto balcánico, el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que avala la independencia de Kosovo ha estallado como un polvorín en Serbia. El error de cálculo de los que abogaban por una sentencia apaciguadora salta a la vista: si buscaban la paz en la región, han conseguido convulsionar a un vecino europeísta y dar alas al secesionismo en la colindante Bosnia o en otros lugares del mundo.
El primer ministro serbio, Mirko Cvetkovic, se reunió ayer en Belgrado con su gabinete para estudiar la respuesta oficial al fallo. Los miembros del Ejecutivo cerraron filas contra la sentencia y prometieron seguir defendiendo la integridad territorial. Para ello anunciaron una nueva ofensiva diplomática contra la decisión en la Asamblea General de Naciones Unidas.
Al término de la reunión, el titular de Exteriores, Vuk Jeremic, afirmó que La Haya ha abierto la «caja de Pandora» y reiteró sus palabras del día anterior, cuando aseveró que su país «nunca reconocerá la independencia de la ex provincia». El presidente, Boris Tadic, se mostró de acuerdo aunque reconoció que el fallo sitúa a su país en un lugar «difícil».
Los ánimos eran bien distintos al otro lado de la frontera. En Pristina, el Parlamento kosovar elogió la «independencia e imparcialidad» de la CIJ. Se trata de una «decisión histórica que contribuirá a la paz y estabilidad, no solo en Kosovo sino en toda la región», manifestó el presidente de la Asamblea, Jakup Krasniqi. Las calles de la capital amanecieron trufadas de banderas kosovares y estadounidenses, el principal valedor de la secesión, que solo reconocen sesenta y nueve países de la ONU, entre ellos veintidós de la Unión Europea.
Caso único
La mayoría, incluidas España, China o Rusia, siguen considerando parte de Serbia a la antigua provincia. El Ejecutivo kosovar confía en que la sentencia, que no es vinculante, haga cambiar de opinión a los países renuentes a reconocer el nuevo estado.
Antes de conocer el fallo, el presidente serbio aventuró que una sentencia favorable a la secesión abriría un gran «proceso para la creación de nuevos estados que podría desestabilizar un gran número de regiones». Pero Estados Unidos, de boca de un portavoz de la secretaría de Estado, se apresuró en aclarar que el caso de Kosovo es «único» y no «debe aplicarse» a otros territorios donde existen movimientos nacionalistas, como Cataluña o el País Vasco.
El primer ministro de la República Sprska, una entidad autónoma de mayoría serbia integrada en Bosnia, cree sin embargo que el aval a la independencia de Kosovo allana el camino para que los serbo-bosnios «luchen por un estatus que no incumpla el derecho internacional». El auge del nacionalismo y el enfrentamiento entre distintos grupos étnicos condujo a Bosnia a una terrible guerra entre 1992 y 1995 en la que murieron decenas de miles de civiles.
Los serbios -cristianos ortodoxosos- consideran Kosovo, de mayoría albanesa y musulmana a causa de los flujos migratorios, cuna de su nación y no están dispuestos a darla por perdida. El castigo al país por los crímenes cometidos durante el régimen de Slobodan Milosevic corre el riesgo de alienar a una población humillada que ya perdió Montenegro en 2006 y servir de caldo de cultivo antioccidental.