Ministro, catedrático y académico
Durante toda su vida compaginó sus cargos políticos con la investigación en diversos campos de la cienciaManuel Lora Tamayo puede considerarse el jerezano más ilustre del siglo XX
JEREZ. Actualizado: GuardarNo podíamos continuar con la letra «L» sin traer a las páginas de LA VOZ a éste paisano nuestro, ya que fue una de las personas más insignes y preclaras que haya dado Jerez y por ende, el más ilustre jerezano del siglo XX. Como tan acertadamente dijeran los académicos Gracián Tous, Pérez y Álvarez-Ossorio y Losada Villasante en el homenaje que con motivos de su centenario se celebró en la Academia de Ciencias de Sevilla, de la que era miembro. En dicho acto, el profesor Losada glosó la figura de nuestro paisano calificándolo como componente del trío de científicos españoles: Severo Ochoa, J.M. Albareda y Manuel Lora Tamayo.
Manuel Lora Tamayo nació en Jerez el día 26 de enero de 1904, hizo los estudios primarios en el Colegio San Joaquín y el bachillerato en el Instituto de Jerez, el cual terminó en el Cardenal Cisneros de Madrid. Su alto índice y capacidad intelectiva les permitieron simultanear las carreras de Ciencias Químicas y de Farmacia de las que se licenció y doctoró brillantemente en junio de 1930.
Fue alumno predilecto del profesor y escritor Bellido González y en 1933 consiguió la Cátedra de Química que ocupó primero en Cádiz y luego en Sevilla, donde permaneció hasta 1942 que pasó a Madrid.
El tiempo que estuvo en Sevilla le fue concedida la plaza de farmacéutico en el Hospital de la Sangre.
Una vez trasladado a Madrid, estuvo diecinueve años dedicado a la docencia, (1943-1962) que simultaneo con actividades científicas de investigación y las fundacionales; en este sentido participó en la Fundación del Patronato 'Juan de la Cierva', del que fue secretario. También formó parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) del que a su vez sería, Secretario de Química Orgánica en el Instituto «Alonso Barba». De 1962 a 1968 fue nombrado Ministro de Educación Nacional y más tarde de Educación y Ciencia. Durante su mandato, en plena época franquista, fue capaz de conciliar el perfil de hombre de ciencia con la de gestor de gran capacidad e independencia, contribuyendo sobremanera a la investigación universitaria, anteriormente apenas existente.
Durante su periodo ministerial creo la Subsecretaría de Enseñanza Superior e Investigación y gestionó la agrupación de las Escuelas Técnicas Superiores en el Instituto Politécnico. Así mismo, promovió la Ley de Enseñanza Universitaria, creando los diferentes sistemas y departamentos y la nueva figura de los profesores agregados. También creó y difundió las escuelas de formación profesional a las que desde su ministerio infirió la importancia y el carácter que les correspondían.
Su constante labor investigadora abarcó diversos campos de la ciencia, especialmente en los de la química orgánica de la que decía es la base de la medicina, sobre todo en la composición del azúcar en la sangre, la química de las fosfatasas, la síntesis de las diazoquininias y el estudio del heterociclo.
Sus investigaciones fueron traducidas y publicadas en revistas especializadas y libros, entre otros: Química para Médicos (1935); Un clima para la ciencia (1969). Trabajos en los que trata de sensibilizar a la sociedad española de la época, de la importancia de la ciencia, el conocimiento y la cultura. Política Educacional de una Etapa (1974) y La Investigación Química Española (1981).
Presidencia del CSIC
Es importante resaltar aquí su paso por la Presidencia del CSIC y de la Real Sociedad Española de Física y Química, así como del Instituto España.
Fue miembro de numerosísimas academias y asociaciones españolas como fueron: el Centro Asesor de Investigaciones Científicas, la Asociación Española para el Progreso de la Ciencia, la Academia Nacional de Farmacia, la de Ciencias Exactas, la de Físicas y Naturales, Presidente Honorario de la de Buenas Letras y Medicina de Sevilla, de la Real de San Dionisio de Jerez, así como de varias extranjeras de Ciencias y Medicina de: Argentina, Francia, Lisboa, Alemania, Londres... fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de París y miembro de las Academias de Arte y Humanidades, y de Farmacia de la capital francesa.
Nuestro paisano inauguro en Jerez el Colegio Salesiano que lleva su nombre. También fue pregonero de nuestra Semana Santa en 1976. Por su constante labor obtuvo la Medalla de Oro «Carracida» de la Real Academia Española de Farmacia y Medalla de Oro de la Medicina de Sevilla.
En el año 1993 publico en Cádiz su libro de memorias, que tituló: «Lo que yo conocí: recuerdos de un viejo catedrático que fue ministro». Dicho libro fue presentado en las Bodegas González Byass el 16 de diciembre de 1993, siendo presentado por el profesor y Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias D. Manuel Losada Villasante, quien lo calificaría como un jerezano y andaluz universal. Un profundo hombre de ciencia y de bien, patriarca de los químicos y farmacéuticos españoles.
En el número 3 de la madrileña calle Juan de la Cierva, existe el Centro de Química Orgánica (CENQUIOR) «Manuel Lora Tamayo». En él se descubren, estudian y proyectan las demandas de los grandes equipos instrumentales, servicios técnicos y bibliografías de dichos equipamientos para la investigación en laboratorios. Igualmente el mantenimiento de estas instalaciones y edificios, en los que se llevan a cabo complicadas actividades científicas.
Jerez en su corazón
Desde enero del 2006 funciona en Jerez un «Centro Privado de Educación Infantil: Manuel Lora Tamayo». Existiendo también una avenida con su nombre, así como una placa conmemorativa que mantiene su memoria en la casa donde naciera, dedicada por el Ayuntamiento de Jerez en 1962 en la calle de las Naranjas.
Aunque la mayor parte de su vida la pasó en Madrid, siempre estuvo y vino a Jerez apenas se le reclamó, haciéndolo en acontecimientos de trascendencia e inauguraciones, como fue la del colegio Salesiano de Formación Profesional, al que acudió para poner la primera piedra junto a otras autoridades civiles, militares y religiosas.
Nuestro insigne paisano falleció a la edad de 98 años y, apenas tres meses después, la Academia de Ciencias de Sevilla de la que era Académico de Honor, celebró en su homenaje un acto institucional en el que intervinieron los académicos Gracián Tous, Pérez y Álvarez Ossorio y Losada Villasante, los cuales glosaron la vida y la obra de este ilustre jerezano cuyas características personales y brillante carrera docente, política e investigadora resaltaron y calificaron como la más excepcional de la Ciencia española en el siglo XX, sobre todo, en su andadura químico-farmacéutica-biológica. Don Manuel Lora-Tamayo y Martín Ruz estuvo casado en primeras nupcias con Doña Amparo Rodríguez Aranda de la que tuvo cuatro hijos, y en segundas nupcias con su alumna y colaboradora Doña Aurelia D'Ocón Asensi, que le diera siete hijos más.