Una joven abre los brazos sobre la manifestación que celebraba en Pristina la independencia de Kosovo en febrero de 2008. :: AFP
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La Haya avala la secesión de KosovoLa última chispa del polvorín balcánico

El Tribunal Internacional falla que la independencia no vulnera ningún derecho, pero Serbia asegura que «jamás» la reconocerá

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El Tribunal Internacional de Justicia, dependiente de Naciones Unidas, falló ayer que la independencia de Kosovo, establecida el 17 de febrero de 2008, no vulneró ningún derecho internacional.

Hisashi Owada, presidente de la corte, que tiene su sede en el palacio de la Paz de La Haya, leyó a primeras horas de la tarde la esperada sentencia, que responde a una demanda de dictamen emitida por la Asamblea General de Naciones Unidas de octubre de 2008 a instancias de Serbia, a quien pertenecía el territorio segregado entonces mediante una decisión unilateral de Pristina, la capital de la provincia serbia.

«La declaración de independencia de Kosovo no violó ninguna regla aplicable del derecho internacional (.) ni el derecho internacional general, ni la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad, ni el marco constitucional», proclamó Owada, después de manifestar que el derecho internacional «no contempla la prohibición de declaraciones de independencia».

La resolución 1244 del Consejo de Seguridad, que data de 1999, estableció las condiciones para la administración internacional del Kosovo, una vez concluida la guerra de la OTAN contra Serbia. Invoca en su preámbulo el «principio de la soberanía e integridad territorial de la República Federativa de Yugoslavia», por lo que ha sido sistemáticamente citado por Belgrado como garantía jurídica de su derecho de integridad territorial, junto con las demás resoluciones de la ONU concernientes a la inviolabilidad de fronteras y el Acta Final de Helsinki.

La resolución, no obstante, reconocía la interinidad de la situación de Kosovo y la necesidad de que el territorio terminara rigiéndose por un estatuto definitivo, cuyas características la disposición no describe en sus ocho páginas de extensión.

Sentencia no vinculante

La sentencia del alto tribunal no es vinculante y Belgrado anunció inmediatamente después de leída que no reconocerá «jamás» la independencia de su antigua provincia. Washington, firme valedor de la secesión kosovar y al que en buena media Pristina se la debe, pues la Europa comunitaria no era inicialmente partidaria de concederla, emitió un comunicado instando a la UE a actuar en consecuencia. En la Unión, veintidós de sus veintisiete socios han reconocido ya a Kosovo. No lo han hecho España, Chipre, Grecia, Eslovaquia y Rumanía y, más allá de las fronteras comunitarias, Rusia, China y Bosnia, ni por supuesto Serbia.

En distintos medios se especulaba ayer con la posibilidad de que la sentencia del Tribunal de La Haya facilite el reconocimiento de la nueva república por algunos de los países que todavía no lo han hecho. Ayer había ya voces en el Parlamento Europeo que lo reclamaban -la alemana Doris Pack, del PPE, por ejemplo-, pero es un paso muy difícil de dar para algunas capitales, como Madrid, que han rechazado sistemáticamente la independencia de Kosovo. Lo ha hecho alegando razones de legalidad internacional para enmascarar el debate territorial interno. En marzo de 2009, cuando el presidente serbio Boris Tadic visitó Madrid, Zapatero le prometió que España no reconocería a Kosovo, «por razones de derecho internacional y también por nuestras convicciones políticas», según las referencias de prensa publicadas entonces.

Temiendo el impacto de la separación de Kosovo en las disputas secesionistas del suelo europeo, la UE se ha preocupado por expresar la singularidad del caso. Cuando la independencia fue proclamada, los ministros de Exteriores comunitarios adoptaron una declaración en la que se reconoce que el de Kosovo es un caso 'sui generis'. Los debates sobre la Constitución europea se vieron frecuentemente salpicados por referencias a la inviolabilidad de las fronteras nacionales y todavía antes, concretamente en 1995, Francia promovió un debate sobre la estabilidad europea y la inviolabilidad de las fronteras para cuando el territorio yugoslavo fuera pacificado.

Ayer, la UE llamaba al dialogo y a la reconciliación. Un comunicado emitido por Catherine Ashton, responsable de la política exterior de la Unión, instaba a pasar página y mirar a un futuro en el que Serbia y Kosovo formen parte de la Europa comunitaria.

La sentencia no vinculante del Tribunal Penal Internacional que avala la legalidad de la independencia de Kosovo no ha conseguido cerrar, ni siquiera en falso, dos años y medio de tensiones internacionales por el estatus de este pequeño territorio balcánico de mayoría musulmana. Desgajado de Serbia de facto tras una votación en el Parlamento regional el 17 de febrero de 2008, Kosovo solo es reconocido por 69 países de los 192 que integran la ONU. Más de la mitad, incluidas China, Rusia y España, siguen cosiderando parte de Serbia este pequeño y empobrecido territorio del tamaño de Navarra.

Poco después de la proclamación de independencia, el Parlamento de Pristina -la capital- adoptó una nueva Constitución por unanimidad. Desde entonces, se han sucedido los enfrentamientos entre la minoría serbokosovar, que se siente humillada y arrinconada, y la mayoría albanesa.

La ciudad dividida de Mitrovica, escenario de sangrientos choques, es el mejor ejemplo del polvorín kosovar, al que el Tribunal de La Haya no ha querido añadir más tensión. Sin embargo,el Gobierno serbio anunció tras conocer la sentencia que nunca reconocerá la independencia.