Retórica y política
Actualizado: GuardarHoy ya no podemos argumentar con largas secuencias lineales, racionales y, supuestamente, objetivas. El ejemplo claro y rotundo ha sido el debate sobre el estado de la Nación; aburrimiento en toda regla. Un presidente del Gobierno muy nervioso al principio, ofreciendo una serie de argumentos a la defensiva mientras el líder de la oposición intentaba hundirle insultando y con su diana puesta en la línea de flotación: la crisis. Y lo que es peor, en vez de ofrecer soluciones ( lo cual le ha venido de perlas a ZP), empeñado en que dimita por propia iniciativa quien se encuentra divinamente en La Moncloa, como pez en el agua. Hablamos de retórica y política unidas, hoy día la comunicación ha de ser breve, cargada de imágenes, de elementos emocionales, combinando signos de distintos códigos. La lengua hablada en público no es, por pura lógica, la misma que se utiliza en la escritura, entonces ¿por qué todos los portavoces de los distintos partidos, incluido el presidente, recurrieron en el debate a leer lo que tenían escrito en sus documentos? La respuesta es sencilla, por que no saben. No conocen los mecanismos de la retórica y sólo se salvan cuando recurren a respuestas que, por repetidas, ya se saben de memoria. También porque, es muy posible, que los temas a tratar hubieran sido diseñados por colaboradores y no por ellos. Se lee, sin levantar la vista, cuando no se tiene memorizado, mejor interiorizado, el discurso. De esta forma, mientras Rajoy pedía una y mil veces la dimisión de ZP, cuestión que a mí personalmente me daba lo mismo y sólo me interesaban sus propuestas, que no las hubo, el presidente se encontraba poco a poco en su salsa, con total satisfacción. De forma que cuando dejó de leer fue cuando consiguió su mejor tono retórico y donde llevó el discurso a su terreno. ¿Pero esto a qué viene?, sencillo, mi argumentación viene a decir que la comunicación moderna y persuasiva, la captación de la cultura oral en el discurso retórico o la simple improvisación han desaparecido entre nuestra clase dirigente; preocupada ella por cobrar a fin de mes y que le quiten lo bailado. Al menos nos gustaría que dedicaran parte de su beneficio en prepararse y que su puesta en escena fuera interesante. La mejor improvisación es la preparación: cuando se improvisa se da la sensación de credibilidad, veracidad, sinceridad y, por qué no, frescura. Quien improvisa sólo tiene que memorizar los argumentos, lo demás, los datos puede llevarlos en la mano para enseñarlos y demostrar que lo que se dice es verdad. En el último debate se llevaban escritos los discursos, las réplicas y las contra réplicas. Y digo yo ¿para qué el debate?, pues para jugársela quien más tenía que perder. Definitivamente retórica y política no fueron unidas y de ahí los resultados.
Francisco roldán.