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Zapatero amenaza con militarizar las torres para frenar el órdago de los controladores
El colectivo denuncia un alto grado de estrés y Blanco insinúa nuevos exámenes médicos para revalidar o no la licencia de los vigilantes del cielo
MADRID. Actualizado: GuardarA grandes males, grandes remedios. Ante la perspectiva de que el conflicto larvado entre Aena y los controladores aéreos convierta en un caos constante los aeropuertos y complique la recuperación del turismo, el presidente del Gobierno ha dado un paso al frente para amenazar con la sustitución de los vigilantes del cielo por sus compañeros militares.
El ministro de Fomento adelantó ayer esta posibilidad, aprobada la víspera en una reunión a tres bandas con el jefe del Ejecutivo; la ministra de Defensa, Carme Chacón, y él mismo. Los controladores niegan cualquier huelga encubierta y aseguran que su elevado absentismo (ha llegado a ser del 46%) es fruto de «una situación insostenible» por la «enorme presión» a la que les somete el gestor aeroportuario.
La tensión en las torres de control se eleva. José Blanco ha sacado del cajón el 'Plan B' que Aena guardaba desde el inicio de guerra con los controladores, y se dispone a habilitar para controlar el tráfico civil a algunos de los 250 suboficiales que realizan tareas de control en los aeropuertos militares.
El paso es factible, aunque requiere de ciertas autorizaciones. La primera, una orden directa de Rodríguez Zapatero, apoyado en el artículo 4 de la Ley de Seguridad Aérea, que señala que Defensa asumirá el control de la circulación aérea si así lo decide el presidente «por concurrir circunstancias extraordinarias que lo aconsejen».
Además, la sustitución de unos por otros no es, ni mucho menos, inmediata, pues los controladores castrenses necesitan, en primer lugar, habilitarse para poder realizar las funciones de los civiles y, después, recibir una formación específica relacionada con el puesto y torre en la que vayan a trabajar. Aena ya ha puesto en marcha un plan urgente de habilitación que contempla cursos específicos con simuladores en las instalaciones de Senasa. «Desde luego no nos gustaría tener que hacerlo, pero como país tenemos que asumir el reto», dijo Blanco en declaraciones a la Cadena Ser. El objetivo, apuntan fuentes de Fomento, es que el proceso comience antes de fin de mes.
Recelos
El sindicato de controladores (Usca), que negó de forma rotunda que tenga abierto «un pulso con Aena», advirtió de que sus colegas militares «son magníficos profesionales», pero carecen de la formación técnica necesaria. Y apuntaron que «las consecuencias de decisiones precipitadas nunca son buenas». En este sentido, recordaron un accidente acaecido en Francia en 1973 cuando se sustituyó a controladores civiles por militares.
No son solo los vigilantes del aire los que advierten de los eventuales problemas. El Colegio de Pilotos (Copac) mostró su desacuerdo con la eventual medida de urgencia, y recordó el mismo accidente, que dejó 68 víctimas mortales. Los comandantes afirman que ese giro «no soluciona los actuales problemas ya que los controladores militares no están acostumbrados a gestionar tráfico civil, siguen otros procedimientos y no están acostumbrados a áreas de gran densidad de tráfico». «La propuesta de José Blanco se encuentra fuera del escenario normativo internacional», concluyó Copac.
Test de estrés
El presidente de Usca, Camilo Cela, y varios representantes del organismo aseguraron que la presión a la que está sometiendo Aena a los controladores «es insostenible», y subrayaron que las muchas bajas médicas no son una medida concertada, sino el resultado de una pésima planificación del trabajo por parte de Fomento y un altísimo grado de «acoso psicológico». Ellos, añadieron, están sacando el trabajo «a costa de la salud».
José Blanco dio la vuelta al argumento de los controladores y explicó que si algunos vigilantes del cielo presentan un cuadro médico tan severo quizá ya no reúnan las condiciones que se les exige para realizar su tarea. Un trabajo en el que la resistencia al estrés y la capacidad de concentración son vitales. Tanto que el 80% de la población nunca podría ser controlador porque, sencillamente, se vendría abajo.
El ministro apuntó que en el caso de controladores que hayan sufrido bajas reiteradas «habrá que ver» si pueden seguir trabajando. Fuentes de Fomento añaden que «en los procesos de bajas recurrentes el Estado no puede eludir su responsabilidad, y deberá hacer las pruebas médicas pertinentes». Si hay problemas reales, concurrirían causas objetivas para la no renovación de la licencia. En caso contrario, apuntan las mismas fuentes, quizá haya sanciones por haber mentido.