En defensa de la profesión
Actualizado: GuardarAunque hace ya más de diez años que abandoné el periodismo activo, tras mi paso por emisoras de tanto renombre como Radio Jerez Cadena SER, Onda Jerez Radio, Antena 3 o Canal Sur Radio, confieso que el periodismo es mi gran pasión pues, no en balde, al mismo he dedicado casi quince años de mi personal historia.
En tan dilatada experiencia, comprenderán ustedes que he tenido la oportunidad de seguir múltiples conflictos: desde huelgas generales hasta protestas de los más variados colectivos, todo ello acudiendo a diario a dependencias municipales, autonómicas, estatales o privadas. Viene a mi mente, como simple anécdota, el desagradable enfrentamiento que hace años se produjo entre Cuerpos de Seguridad del Estado, Policía Local de un lado, Policía Nacional de otro, a causa de unas obras a ejecutar en el Aeropuerto de Jerez, donde las posturas del Ayuntamiento y del Estado estaban muy enfrentadas. En aquel lamentable incidente, como en cientos que he presenciado a lo largo de mi historia periodística, siempre hemos estado presentes los medios de comunicación.
Por ello, debo afirmar que jamás –y lo recalco en mayúsculas ‘JAMÁS’– nadie me ha privado del derecho que, como informador, ostento para acudir al foco de la noticia, se encuentre ésta en el Ayuntamiento de Jerez o en la mismísima Conchinchina. De hecho, bueno es recordarlo, tal derecho lo ampara la propia Constitución Española, que dedica su artículo 20 a la libertad de información, indicando textualmente bellezas tales como que se reconocen y protegen los derechos a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción, o que se reconocen los derechos a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.
Es tal el mandato constitucional, que el propio artículo 20 aclara que el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa, siempre que se respeten determinados derechos: honor, intimidad, propia imagen,… Y, por si quedara alguna duda, finaliza el artículo constitucional encomendando únicamente a los Tribunales, la capacidad de secuestrar publicaciones, grabaciones y otros medios de información.
Por tanto entenderán ustedes, tras tan largo preámbulo, que prohibir el acceso de los periodistas al Ayuntamiento de Jerez es una barbaridad de tal calibre que este cronista, en quien se une un corazón jurídico con otro periodístico, no puede permanecer impasible ante tamaño atropello democrático. No es otra cosa más que un método para ejercer la censura previa, expresamente prohibida por nuestra principal Norma.
Si dicha medida hubiera sido adoptada bajo un régimen dictatorial, uno no estaría de acuerdo pero, posiblemente, debería aceptarla por aquello de no terminar entre rejas. Mas la medida de impedir el acceso de los informadores a la Casa Consistorial, adoptada por un gobierno supuestamente democrático, es una afrenta de tal calibre que justifica el apelativo de «supuestamente democrático» a la hora de referirme a quienes, a la postre, ocupan cargos gracias a la voluntad popular.
No sé qué se pretende esconder, e ignoro qué es aquello que nuestros políticos no desean que vea la luz. Al fin y al cabo se estaba intentando cubrir la noticia relativa a la protesta de los trabajadores municipales que se quejan, con más razón que un Santo, de algo tan básico en una relación laboral como es el derecho al percibo del salario mensual. Pero si existe algo, sea lo que sea, el derecho de los informadores a obtener la información y el derecho de los ciudadanos a conocerla, no sólo tiene amparo constitucional, sino que es base primordial de algo llamado Estado de Derecho.
Así que me van a permitir, desde aquí, enviar mi absoluta solidaridad a los periodistas jerezanos –alguno de ellos buenos amigos– los cuales ya cuentan con apoyos más autorizados que el de este firmante, caso del recibido desde la Federación de Asociaciones de Periodistas de España.
Les dejo una buena frase, a modo de reflexión, perteneciente a uno de los destacados teólogos de la Liberación. Decía José María Vigil que «la libertad de prensa, lo mismo que todas las libertades, tendrá sus inconvenientes, tendrá sus peligros; pero con todos ellos es preferible a la tranquila placidez del despotismo». Sobra cualquier comentario…