LA ESPERANZA COLECTIVA 20 2

Un Bicentenario por la igualdad

PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN DE EMPRESARIAS Y PROFESIONALES DE CÁDIZ Actualizado: Guardar
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La conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 se ha convertido en un referente de esperanza colectiva y nos ha puesto en el punto de mira de un país que vuelve la cara hacia la ciudad de Cádiz y su provincia. Se habla de proyecto común, de oportunidad única, que marcará un antes y un después, jalonada de ambiciosos proyectos que los más optimistas ven ya realizados y que los que nos movemos en el mundo real de los plazos y los presupuestos concretos asumimos con naturales reservas.

Más allá de estos importantes proyectos, creo que las celebraciones en torno a la que fue la primera Carta Magna otorgada en España, que estableció por primera vez la soberanía popular además de la libertad de expresión, la libertad de imprenta y la división de poderes, nos deberían servir para poner sobre la mesa pública otros asuntos de tan importante calado como pueden serlo las infraestructuras.

Ninguna constitución española ha tenido el alcance temporal y espacial, la repercusión y la difusión de la Constitución de 1812. No obstante, y a pesar del espíritu liberal de las reformas que la definían, una parte importante de la población, la mujer, quedó relegada a un segundo plano en todo este proceso.

Las profesoras Marieta Cantos y Beatriz Sánchez, que han estudiado en profundidad el papel de las mujeres en esa época en su libro 'Escritoras y Periodistas ante la Constitución de 1812', nos confirman cómo «algunas mujeres decidieron participar activamente en estos momentos históricos, dejando oír su voz sobre los asuntos de la res pública, algo insólito hasta la fecha, sabiendo aprovechar el resquicio abierto por la coyuntura bélica, reivindicando de esta forma su derecho a pronunciarse en este terreno».

Sin embargo, como estas autoras apuntan, algunas publicaciones de esos años demuestran que las mujeres, en aquella época relegadas casi exclusivamente al ámbito doméstico, pese a que muchas de ellas influían poderosamente en la política y en la sociedad de su tiempo desde este ámbito de lo privado, ya empezaban a batallar con la visión que los hombres tenían de su papel en el mundo, ya empezaban gestar un cambio que tardaría mucho en hacerse realidad.

A pesar de que se vetó la participación de la mujer en la política y su presencia en tribunas, muchas supieron involucrarse en la vida pública a través de tertulias y sociedades patrióticas. Espíritu de supervivencia y de lucha, ese mismo espíritu que, a lo largo de la historia, nos ha ayudado a incorporarnos masivamente al mercado laboral, a pasar del ámbito privado al público, a ir ganando espacios de poder.

Doscientos años después deberíamos, no sólo reflexionar sobre la evolución del papel de la mujer en la vida pública, en los foros en los que se deciden las cosas importantes, sino también asumir y defender nuestro papel como agentes sociales y económicos de primera magnitud. Como mujer, como profesional, como empresaria y, sobre todo, como presidenta de las empresarias y profesionales de la provincia de Cádiz, he vivido muy de cerca todos estos cambios, que han sido muchos, pero que aún son insuficientes.

Históricamente relegadas al mundo de lo pequeño, las empresarias, como el resto de las mujeres, seguimos sufriendo los estigmas impuestos por una sociedad que en algunas ocasiones avanza fulgurantemente pero que en otras lo hace a pasos excesivamente lentos.

Se han cambiado las leyes para asegurar la igualdad jurídica entre hombres y mujeres fruto de una voluntad política, que refleja una demanda social. Pero resulta mucho más complicado cambiar la mentalidad y la conciencia colectiva para que esas leyes se traduzcan en eso que hemos llamado gestos cotidianos de igualdad.

Hasta hace muy poco tiempo las mujeres seguíamos siendo precursoras, como nuestras colegas de 1812, en muchos ámbitos, por descontado en el ámbito empresarial, tradicionalmente reservado a los hombres. Por eso creemos que la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 es una oportunidad única para trasladar esos valores liberales, que marcaron un cambio histórico sin precedentes, a la realidad de nuestra época y escenificar los avances conseguidos, pero, sobre todo, para afianzar el camino de la igualdad real.