Moratinos saluda al presidente de Ruanda, Paul Kagame, en el almuerzo que mantuvieron ayer en un céntrico hotel de Madrid. :: EFE
ESPAÑA

El trago amargo para Moratinos

Al final, el ministro tuvo que estrechar la mano del presidente ruandés a pesar de sus intentos por esquivarle

MADRID. Actualizado: Guardar
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Lo intentó por activa y por pasiva. También su equipo trató de evitar a su ministro un trago más bien amargo. Pero no lo consiguió. Miguel Ángel Moratinos, al final, tuvo que estrechar la mano al presidente de Ruanda, Paul Kagame, acusado de genocidio en la Audiencia Nacional. La presencia del incómodo invitado en Madrid a cuenta de la cumbre de Grupo de Impulso de los Objetivos del Milenio de la ONU, obligó al Gobierno a hacer malabares diplomáticos. El 'sacrificio' de Moratinos, sin embargo, evitó la que hubiera sido la fotografía más embarazosa: la de José Luis Rodríguez Zapatero saludando al dirigente africano al que la justicia española relaciona con el asesinato de cuatro millones de personas, entre ellos nueve misioneros y cooperantes españoles.

Según desveló la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, fue la insistencia de varios diputados, entre ellos algunos socialistas, la que hizo que finalmente el presidente se mostrara «sensible» a sus peticiones y se replanteara su decisión de reunirse con el presidente ruandés, copresidente junto a él de ese grupo de Naciones Unidas. En el PSOE no se mordieron la lengua y se exteriorizó el malestar por el viaje del dirigente ruandés a España. El portavoz del grupo parlamentario socialista, José Antonio Alonso, incluso habló de «presencia incómoda» y destacó su «pasado más que turbio, tremendo» de Kagame.

Con estas premisas, finalmente la forzada reunión fue en un céntrico y lujoso hotel, no en el Palacio de la Moncloa como estaba previsto, y junto a Kagame se sentaron Moratinos y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Exteriores se vio obligado a hacer gala de su mejor diplomacia para que el 'vacío' a Kagame no se convirtiera en un desplante también a la ONU y al resto de participantes en la cumbre. Finalmente, el Gobierno optó por montar una improvisada recepción a los miembros del Grupo de la ONU, a excepción del dirigente ruandés, en el palacio de la Moncloa a la que sí asistió el presidente del Ejecutivo.

Hubo fotografía de Zapatero con Ban Ki-moon y se evitó la imagen del jefe del Ejecutivo estrechando la mano de Kagame. El que no se libró fue Moratinos, quien se vio obligado a saludar al 'indeseado' invitado delante de los 'flashes'. Hasta entonces ni siquiera le había dirigido la palabra en público. El actor Antonio Banderas, que estuvo en el hotel en su calidad embajador de buena voluntad de Unicef, sí que pudo zafarse de cualquier roce con Kagame.

Reunión «técnica»

El mal trago fue para Moratinos y el Gobierno se esmeró en dejar claro que la presencia del dirigente africano es responsabilidad exclusiva de la ONU y que el ministro sólo participó en una reunión exclusivamente «técnica».

Fernández de la Vega, que reveló que el Gobierno explicará a todos los grupos parlamentarios los pormenores de este guirigay diplomático, insistió en la tesis de que España es un mero anfitrión de la cumbre y que lo importante son los objetivos de este encuentro: luchar contra la pobreza, el hambre y la desigualdad.

Ban Ki-moon también pasó de puntillas sobre el turbio pasado supuestamente genocida de Kagame. En declaraciones a la Cadena Ser, recordó que su condición de secretario general de Naciones Unidas le impide hacer «ningún comentario» sobre las acusaciones judiciales que pesan sobre el presidente africano. «Soy un fuerte creyente en los principios de los derechos humanos y siempre los apoyo», apuntó el máximo responsable de la ONU sin mencionar a nadie.

Las explicaciones del Gobierno y de la ONU no convencieron a los grupos de defensa de derechos humanos, que se manifestaron frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, ni a Izquierda Unida, que denunció la «escandalosa e hipócrita doble moral de Rodríguez Zapatero» porque aunque se negó a recibir a Kagame «permitió que su ministro Moratinos tuviera un encuentro con el presidente ruandés, ignorando los terribles crímenes de que es responsable».