
Victoria histórica de Obama sobre Wall Street
Logra el apoyo de tres senadores republicanos para sacar adelante la mayor reforma financiera en 70 años
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarPor 60 votos contra 38, el Senado de Estados Unidos aprobó ayer una de las leyes trascendentales de la legislatura de Barack Obama al dar luz verde a la mayor reforma del sistema financiero del país en siete décadas. Tras una mañana frenética en la que los demócratas lograron encauzar el debate y ganarse el apoyo decisivo de tres legisladores republicanos -Scott Brown (Massachusetts), Olympia Snowe y Susan Collins (Maine)-, la medida fue finalmente aprobada por la imprescindible supermayoría.
El subsecretario del Tesoro, Neal Wolin, se apresuró a decir en una conferencia de prensa ofrecida en Nueva York que el Gobierno está listo para comenzar a aplicar de inmediato las disposiciones de la ley, que tiene como objeto principal evitar una crisis como la ocurrida en 2008. «Actuaremos rápidamente con el compromiso de garantizar que nuestro sistema financiero sea seguro y fuerte», dijo Wolin.
Acorralado por los problemas económicos y la interminable crisis del vertido en el golfo de México, la aprobación de la reforma financiera supone una victoria nítida para el presidente, a pesar de que por el camino ha tenido que hacer algunas concesiones a un proyecto inicial con tintes más intervencionistas. Aún así, la medida establece una mayor supervisión del Gobierno en sectores escasamente regulados. Tendrá más poder, por ejemplo, para liquidar entidades financieras en quiebra o para auditar sus cuentas.
La ley también establece una mayor exigencia de capital para los bancos, regula las transacciones de los mercados de derivados, limita los salarios de los banqueros, somete a un mayor control a las entidades de calificación de riesgo y establece la creación de una Oficina de Protección del Consumidor.
«Esta reforma es buena para las familias, buena para las empresas y buena para la economía», declaró Obama en los prolegómenos del debate en el Senado. A los banqueros de Wall Street les dejó claro que ya no podrán volver a apostar con el dinero de otros y a las familias de clase media les recordó que se trata de un proyecto que velará por sus ahorros, su jubilación y su vivienda. «Ya no estarán a merced de los tahúres de los grandes bancos», dijo el mandatario norteamericano.
La reforma financiera estuvo en los últimos meses bajo fuerte presión del sector bancario en Wall Street y de sus lobbies en Washington. Al punto que hubo que sacrificar una de las medidas más populistas: la tasa a la banca, para que los republicanos que apoyaban el paquete legislativo no dieran un paso atrás en el momento crucial del voto. Con ese impuesto se esperaba recaudar unos 19.000 millones de dólares -15.000 millones de euros- anuales. Los negociadores demócratas aceptaron excluirla.
Falsa seguridad
Entre los críticos con la versión debatida en el Senado figura laureado economista y Paul Krugman, que no ve con buenos ojos los recortes al proyecto inicial de la Casa Blanca. «Hay ocasiones en que hasta una reforma enormemente imperfecta es mucho mejor que nada; éste es claramente el caso de la asistencia sanitaria. Pero la reforma financiera es diferente. Una débil no se vería puesta a prueba hasta la siguiente gran crisis. Todo lo que haría es generar una falsa sensación de seguridad y proporcionar una hoja de parra a los políticos que se oponen a cualquier medida seria; luego llegaría el batacazo», señaló Krugman
Por su parte, el senador demócrata Christopher Dodd, arquitecto clave del proyecto, destacó ayer que si bien los empleos y la riqueza perdidos durante la crisis financiera nunca podrán ser reconquistados, «sí podemos encargarnos de que jamás tengamos que pasar por lo que esta nación atravesó».
La reforma financiera es una de las grandes iniciativas de Obama para este mandato y probablemente la última que saldrá adelante antes de las elecciones legislativas de noviembre próximo. Los líderes europeos en particular habían reclamado a Washington que tomara medidas drásticas contra las prácticas de las instituciones estadounidenses para hacer más eficaz las actuaciones en este terreno de la propia Comunidad Europea.