José Luis Rodríguez Zapatero, María Teresa Fernández de la Vega y Elena Salgado siguen en el Congreso la última jornada del Debate sobre el estado de la Nación. :: EFE
ESPAÑA

Zapatero respalda que se considere a Cataluña nación «en términos políticos»

El aislamiento parlamentario obliga al jefe del Ejecutivo a renegar de su apuesta por la 'geometría variable'

MADRID. Actualizado: Guardar
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Nada ha cambiado desde que el presidente del Gobierno dijo en el Senado, hace ya cuatro años, que el concepto de nación es «discutido y discutible». José Luis Rodríguez Zapatero defendió ayer en el Congreso de los Diputados que la polémica sentencia del Tribunal Constitucional ha venido a darle la razón en sus argumentos y que, en términos «políticos, sociológicos o históricos», cabe considerar a Cataluña como una nación.

El jefe del Ejecutivo salió así al paso de dos jornadas de críticas continuas a su actuación en este terreno. Si el miércoles fueron las fuerzas políticas catalanas, Convergència i Unió, Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya las que más avivaron el fuego, en la segunda sesión del Debate sobre el Estado de la Nación la voz cantante, de signo opuesto, correspondió a la portavoz de UPyD, Rosa Díez.

La diputada -que, como Mariano Rajoy, reclamó un adelanto electoral- acusó a Zapatero de haber tirado por la borda todo el esfuerzo de «vertebración y consenso» llevado a cabo en el arranque de la democracia. «Lo ha hecho -dijo- porque decidió protagonizar una segunda transición, pactando un nuevo modelo territorial con partidos políticos que no creen en el Estado español y que piensan que cada comunidad autónoma es una nación».

Díez reprochó, además, a los socialistas que hayan contemplado con pasividad e incluso empatía la manifestación celebrada el pasado sábado en Barcelona contra la sentencia del Constitucional, una marcha encabezada por el presidente de la Generalitat y líder del PSC, José Montilla. «¿Se imagina usted a Obama avalando al gobernador de un Estado que llama al desacato de la sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos? ¿Se imagina usted a la canciller Merkel mostrando su complicidad con los convocantes de una manifestación por la independencia de uno de los 'länder' de Alemania?», preguntó.

La respuesta de Zapatero no tardó en llegar. Es habitual que emplee un tono menos cordial con la ex dirigente socialista del que utiliza para dirigirse al resto de los portavoces. Con cierto desdén, tachó de «excesivo» que quien tiene un único diputado pretenda erigirse en intérprete de la voluntad de todos los españoles para reclamar la dimisión del presidente del Gobierno. Pero, sobre todo, se justificó por su actitud hacia las demandas soberanistas de buena parte de los partidos catalanes y arguyó que es su obligación como jefe del Ejecutivo tratar de buscar fórmulas para que todo el mundo se sienta «vinculado» en un «proyecto común».

El hecho de que el fallo del Constitucional no declarara nulo el preámbulo del 'Estatut' -en el que se recoge que el Parlamento de Cataluña «ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Cataluña como nación»-, y de que se limitara a negar su valor jurídico, sirvió a Zapatero para defender que lo que el máximo garante de la Carta Magna avaló en realidad es que se dé a esa comunidad autónoma la consideración de nación «en términos políticos, sociológicos o históricos». «Por otra parte, lo dijera o no el Tribunal Constitucional son hechos. Sucede: hay ciudadanos que consideran en alguna parte de España que su comunidad responde a esas características», adujo. «Les podemos tapar la boca, pero como no parece que eso sea posible en democracia, tenemos que respetar y limitar jurídicamente el alcance de esa realidad; eso es lo que hace la sentencia y eso es lo que hicimos cuando en este Congreso reformamos el Estatuto que vino de Cataluña», se defendió.

Soledad

El rifirrafe volvió a poner en evidencia la situación de aislamiento que vive el Gobierno. Que todas las fuerzas parlamentarias reprocharían a Zapatero su gestión económica era previsible, pero además el debate sobre el modelo de Estado ha regresado como un 'boomerang' al Congreso cuando el presidente ya lo daba por enterrado, para limitar aún más su capacidad de tejer alianzas.

Pese a los intentos de aplacar ánimos, el jefe del Ejecutivo sabe que topa contra un muro con los partidos catalanes. Y tampoco lo tiene mejor con la izquierda después de su apuesta por un recorte drástico del gasto público. La prueba de que la situación es límite está en que por primera vez Zapatero reniega de su apuesta por la 'geometría variable'.

El Gobierno siempre defendió que prefería no atarse a los nacionalismos y que sería posible mantener la estabilidad con acuerdos para cada caso específico. Pero el miércoles, Zapatero se plantó frente al único partido de la Cámara que, a estas alturas, mantiene una rendija abierta al pacto, el PNV, para solicitar una insólita alianza permanente. Y ayer reiteró su disposición. «¿Alguien puede dudar que al Gobierno le hubiera gustado desde el primer día tener la garantía de otros 10, 15 o 20 diputados para tener más estabilidad? Pues nos habría gustado», confesó el presidente.

Reprochó a Zapatero que haya metido en «el baúl de los recuerdos» su discurso de la España plural. Señaló además que su grupo es partidario de la colaboración con el Ejecutivo socialista, pero si pretende que el BNG sea cómplice de un giro antisocial «no nos tendrá a su lado».

Cree que el Gobierno está «agotado», pero la oposición del PP carece de «alternativas». Con este panorama, señaló que no es el momento de adelantar las elecciones ni de plantear mociones de censura. Es, dijo, la hora de «las reformas», y sólo si en ese caso el Ejecutivo no tiene apoyos debería llamar a los ciudadanos a las urnas.

Exigió el adelanto de las elecciones e instó a Zapatero a que defienda con más entusiasmo la unidad de España. «Ya está bien de complejos, es la hora de proclamar el patriotismo constitucional y de reivindicar la idea de la España democrática que tiene su origen en la Constitución», reclamó la parlamentaria.

Pidió al presidente que emule a la selección de fútbol, que con su «sacrificio, trabajo, orden, disciplina, esfuerzo, unidad, cooperación, concordia y fe» ha sido un ejemplo de «patriotismo de bandera» que ha prendido en los ciudadanos y ha «inundado las calles con nuestra bandera sin complejos y con orgullo».

Reprochó a Zapatro que no coja «el toro (de la crisis) por los cuernos» y achacó a su imprevisión que haya «casi cinco millones de parados», congelación de las pensiones y rebaja salarial a los funcionarios. La estrategia de la 'geometría variable', dijo, es una excusa para «atajar» en los pactos parlamentarios en vez de buscar consensos.