LA PARCELITA

ESA ESTRELLA DORADA

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Desde el pasado domingo, 11 de julio, nuestra camiseta roja luce ya una estrellita dorada encima del escudo. Los que somos aficionados al fútbol, desde siempre, no por la moda de 'La Roja', sabemos lo que representa y lo mucho que ha costado conseguirla. Esa tontería, esa estrellita, que la camiseta de Brasil tiene cinco, la de Italia, cuatro; tres la de Alemania, dos las de Uruguay y Argentina y una, como desde ahora nosotros, Inglaterra y Francia. Ahora cada vez que nuestros jugadores entonen en una sola voz el «la,la,la...» de nuestro himno sin letra y levanten su cabeza al cielo veremos, por fin, esa estrellita dorada luciendo en su pecho. Al contemplarla, en la multitudinaria bienvenida que se le brindó a la selección campeona del mundo, la nuestra, no pude por menos que recordar los muchos momentos que hemos vivido para conseguirla.

Hasta ahora lo máximo que habíamos conseguido fue la gesta de aquel gol de Zarra -tantas veces repetido, en blanco y negro, en aquellos Nodos de antaño-. El primer recuerdo que conservo de un mundial es las transmisiones radiofónicas de Matías Prats (padre) desde Chile donde, todavía con Gento como extremo, sufríamos una estrepitosa derrota contra Brasil. A partir de entonces muchas expectativas y muchas desilusiones. El gol fallado por Cardeñosa en Argentina, el gran fracaso del mundial español del 82, del Naranjito, el gol no concedido a Michel contra Brasil en Méjico y nuestra eliminación por penaltis en plena era del buitre, el codazo en la boca a Luis Enrique en Estados Unidos que nos apeaba también de otro mundial y el último, el de Corea donde el árbitro de turno nos birló el centro de Joaquín. En definitiva muchas decepciones.

Pero ahora, desde el pasado domingo, ya tenemos nuestra estrella y ondean las banderas españolas sin vergüenza, por fin, uniéndonos a todos aunque sea gracias al fútbol, ya era hora.

Que luzca y que se multiplique, la merecíamos.