Dejen en paz a Del Bosque
Ahora descubren valores y fundamentos olvidados, cuando no marginados por sucesivos gobiernos
Actualizado: GuardarVicente del Bosque sabe que el afán, aun el de las cosas muy buenas, debe ser templado y reposado. Quizá no ha leído a Cicerón, pero vive de forma tan pausada que ha terminado por sorprender. Muchos sorprendidos son políticos que sin ningún rubor se apropian de lo que representa el seleccionador. A la hora de buscar la luminosidad que proyecta en los españoles un determinado modelo de conducta, populares y socialistas muestran poco recato. O ninguno. González Pons, el exégeta de Rajoy en los medios de comunicación, no siente vergüenza cuando asegura que Rajoy es Del Bosque. Y el socialista José Antonio Alonso, lejos del rigor y la solvencia del juez que es, contesta que el PP se parece a la selección holandesa; ya saben, los de Rajoy son tramposos, violentos, pierden mal, protestan y buscan el triunfo sin necesidad de trabajarlo. ¿Dice algo Vicente del Bosque de todo esto? No, nada. Aunque es fácil imaginarlo con una sonrisa socarrona de la que bien podríamos extraer este pensamiento: y estos, ¿de qué van? En Madrid un castizo respondería: de listos. Van de listos. El tono de nuestros políticos es vitalista unos días y melancólico otros. En esto, y en poco más, se parecen mucho a nosotros. Pero parecerse no es lo mismo que conocer. Bono, que ha gastado suelas pateando la España profunda y mesetaria, tiene dicho que lo bueno del Congreso es que quienes se sientan en él se parecen mucho al resto de los españoles. Ni como frase bien intencionada se puede comprar semejante razonamiento. Si fuera así no irían a rebufo de los acontecimientos. Ahora descubren valores y fundamentos olvidados, cuando no marginados por sucesivos gobiernos. La selección ha traído algo más que una Copa. Ha despertado entre nosotros la conciencia de que sólo la unidad nos hace fuertes. De repente descubrimos que los que nos une es más que lo que nos separa. Hoy la manifestación de Barcelona importa lo justo, y los acontecimientos hacen que preocupe lo mismo. Hoy el Congreso celebra el segundo día del Debate del estado de la Nación. ¿De qué Nación? De la española o de la catalana. La pregunta es para aquellos nacionalistas que se sientan en las Cortes españolas y luego encabezan manifestaciones separatistas. Si alguien debería responder a tan elemental cuestión, ése es Zapatero. No tengo mucha fe, pero daría por buenos estos dos días de debate si el presidente me dice con quien está: con el pueblo que sale a la calle a decir que se siente español o con su compañero, el presidente Montilla, que reclama la nación catalana y al que la unidad de España, en su propia expresión, le toca las narices. Uno de los fundamentos de Vicente del Bosque es que siempre que habla dice la verdad. El otro es que nunca hace alarde con palabras, deja que hablen los hechos. Por eso dejen en paz a Del Bosque. Hagan por parecerse un poco. Y dígannos la verdad. Empezando por Zapatero.