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El 'hombre de hierro' jerezano
Manuel Fernández triunfa en otra competición de Ironman, un formato extremo de triatlón
Actualizado: GuardarTerminar el Ironman es una sensación indescriptible. Es parecido a lo que pudo sentir Iniesta al marcar el gol en la final del Mundial, es una sensación que no se puede olvidar nunca». Así define el jerezano Manuel Fernández el triunfo de un deportista cuando finaliza todas las pruebas de esta modalidad de triatlón.
Su rasgo principal, el que lo convierte en desafío, es que eleva las pruebas clásicas a su máximo grado de dificultad. El desarrollo del Ironman combina 3.800 metros de natación, 180 kilómetros de ciclismo y 42,2 kilómetros a pie, distancias muy superiores a las del triatlón ordinario.
Manuel Fernández acaba de volver de Frankfurt, ciudad a la que se trasladó para luchar por una plaza en el Mundial de Ironman de Hawai. Quedó el primero de entre los más de 280 españoles que se presentaron a la prueba, ocupó la 140ª posición en el ránking general y fue el 32º en su categoría. Sin embargo, se quedó a 18 minutos y 40 segundos de rozar su máxima aspiración: clasificarse para el Mundial. Y es que llegar a Hawai no sólo representa el encuentro entre los mejores atletas del mundo en esta modalidad, sino que supone vivir este deporte desde la cuna que lo dotó de su grado de exigencia actual.
«Me inicié en el Ironman cuando vi el típico video de Eurosport del Mundial de Hawai, hace ya diez años. Desde entonces sueño con poder estar allí», cuenta el atleta. Sabía que para alcanzar este fin tenía que enfrentarse primero a un entrenamiento progresivo; comenzó preparándose para las distancias clásicas de triatlón, hasta que pasados cinco años se atrevió a acceder al Ironman. Corría el año 2007.
El primer campeonato
«Fue la primera vez que conseguí realizar la prueba entera», recuerda. El lugar escogido había sido Inglaterra, uno de los 20 ejes clasificatorios que desembocan cada año en el Mundial de Hawai. Este primer éxito le valió a Fernández uno de los momentos más emotivos de su carrera profesional. Asegura que «la gente que no hace deporte no puede entender lo que se siente, tanto sacrificio para los 30 segundos que se tarda en cruzar la meta».
A partir de entonces se internó en este camino mestizo que combina el reto, el sacrificio y la superación personal. Sus entrenamientos están estructurados a partir de una compartimentación por semanas, y se componen de 12.000 metros de natación, 350 kilómetros en bicicleta y 60 kilómetros a pie. También suele insertar una semana de máxima intensidad de cara a las competiciones, en la que las distancias aumentan y el atleta alcanza su culmen en la preparación física. No obstante, el momento de la prueba dista notablemente de cualquier entrenamiento previo.
«En tantas horas te pasan por la cabeza millones de cosas», asegura el deportista. «Las primeras veces que compites el objetivo es terminar, y el hecho de llegar ya es una satisfacción. Cuando vas a por la marca el sufrimiento es peor, porque tienes que ir en tensión durante diez horas, y eso puede pasar factura».
Cuando un atleta de triatlón consigue llegar al final de estas pruebas se convierte al instante en un 'hombre de acero' para sus compañeros. El reto crece hasta existir formatos más extremos, como el Doble Ironman. No obstante, Manuel Fernández no se lo plantea todavía. Prefiere llegar a competir en Hawai antes de ampliar sus desafíos deportivos.