«A Ayala le gustó recibir el premio, pero hubiera preferido que se lo entregaran en vida»
Carolyn Richmond Hispanista y viuda del escritor Francisco AyalaLa hispanista y viuda del pensador granadino recibe de la Fundación Caballero Bonald un galardón honorífico en su nombre
JEREZ. Actualizado: GuardarTodavía no se ha recuperado de la muerte de su marido. Carolyn Richmond de Ayala participa estos días en los actos de homenaje al autor, pero prefirió perderse ayer un documental sobre su vida «porque aún es demasiado pronto».
-¿Le hubiese gustado a Ayala este homenaje?
-Le dieron el premio hace bastantes años, pero nunca se lo entregaron. Estaba muy conmovido cuando recibió la noticia. Le llamó Caballero Bonald para decírselo y luego, por razones que sólo conocen aquí, nunca llegaron a entregárselo. Así que supongo que sí, que le hubiera gustado, pero hubiera preferido en vida que así (ríe). Fue el primer premio de la Fundación, que todavía no estaba en marcha. Seguro que tiene que ver con eso.
-¿Cuánto nos queda por conocer de Ayala?
-Mi marido no dejó nada inédito. Tenía mucho cuidado en destruir lo que no quería, porque no quería que hubiera sorpresas. Lo que puede haber son versiones, y tampoco cambiaba los textos. Una palabra por aquí, por allí un título... Pero puede haber versiones en su antiguo ordenador que nos ayuden a fechar su composición. Cosas así. Pero yo no publicaría nunca nada si encontrase algo. Cuando se ha hecho con otros escritores, siempre comentaba que menos mal que había destruido todo.
-Con el documental proyectado en el homenaje conocemos también al Ayala humano. Pero, ¿cómo era fuera de las cámaras?
-Yo no voy a ir, porque todavía es demasiado pronto para verle. Javier Rioyo y Luis García Montero le sacaron bastante, pero Ayala -aún a esa edad- se controlaba mucho, sabía lo que quería y no quería decir. Y hay mucho que nunca había querido decir y nunca dijo en público. A mí sí, pero yo no voy a contar lo que me decía.
-Fue estudiosa del pensador antes que esposa. ¿Hay hoy algún escritor con sus mismas cualidades?
-¿Ahora, vivo? (niega con la cabeza). Qué voy a decir... Eso es cuestión del azar. Estamos hablando de otra generación. De muchas generaciones. Hay que recordar que nació en 1906 y tuvo una formación de un tipo que hoy no existe. Formación intelectual en muchos campos. Un hombre brillante. Ahora van a publicar -yo he dado permiso- los textos que no se han publicado sobre los ejercicios de sus oposiciones a catedrático, que son extraordinarios. Eso y su tesis doctoral también. Y esto es lo único. Él decía 'yo no tengo mucho interés', y yo tampoco, pero cuando vi que el proyecto era bueno, todo contextualizado y comentado, me pareció que valía la pena.
-¿Cuál fue el secreto de su perseverancia?
-Uno tiene que tener voluntad de vida. Y él tenía mucha voluntad; quería vivir. Estaba realmente feliz conmigo y quería vivir todos los días que pudiera. Tenía buena salud. Es la voluntad mía también, porque yo le ayudé bastante en un par de situaciones cuando estaba en los umbrales de la muerte, muy muy enfermo. Pero hacíamos una buena pareja: él quería vivir y yo quería que viviera.
-De encontrarse aún entre nosotros, ¿qué estaría escribiendo?
-Nada. Después de los 100 años más o menos dejó el oficio. De vez en cuando me dictaba algo, tenía ganas, pero era muy consciente de su físico, de su deterioro -que es normal- que era no sólo del cuerpo, sino también de la cabeza. Me decía: 'Yo ya no pienso igual, no funciono tan bien como antes, y si no puedo escribir algo perfecto no lo voy a escribir'. Así que tenía un par de proyectos que nunca llegó a fraguar. Y tengo los títulos en el ordenador. Me decía 'ahora te voy a dictar tal cosa', y me dictaba el título y como una frase. 'Bueno, mañana seguimos', y no seguíamos.
-Teorizó sobre el periodismo. ¿Le hablaba de la situación periodística actual?
-Sí, sí. Y no con muchos elogios. Estamos en una época de decadencia. ¡Si la gente no sabe escribir! Y no hablo de los periodistas, ¡en ninguna parte! Para él los medios de comunicación eran muy importantes: escribió mucho sobre periodismo, publicó gran parte de su obra en periódicos y escribió su discurso sobre 'La retórica del periodismo', utilizó el periodismo como recurso literario...
-¿Nunca tuvo interés en ser reportero?
-Oh, no. Pero respetaba la profesión. Cuando los periodistas eran buenos, me lo decía, y cuando no también. La peor historia fue cuando él volvió a España. Un periódico le mandó un periodista para hacerle una entrevista. Llama este tipo a la puerta, mi marido abre, van los dos al salón y se sientan. El periodista saca su cuadernito, y dice: 'Y usted, ¿a qué se dedica?' Y él dijo: 'Pues váyase a la casa y averígüelo, y luego vuelva' (ríe).
-Ayala preservó su independencia en vida. ¿Teme que ahora algún bando político lo haga suyo?
-Que no se atrevan. Nadie. Ni se atreverían, porque le tenían mucho respeto.
-Ha manifestado que su vida con Ayala merece ser contada. ¿Cuándo se lanzará a ese proyecto?
-En este momento no quiero decir nada. ¿Por qué no? Por muchas razones. Supongo que en el futuro saldrá algo, porque yo soy escritora. Pero no es el momento aún, estoy todavía recuperándome.
-Su marido tenía un vínculo con Jerez, por la Fundación. ¿Llegó usted a conocer la ciudad?
-No, nunca vinimos. Ahora me han prometido que van a pasearme un poquito, pero estoy aquí muy poco tiempo. Es preciosa, todos me han hablado muy bien. Yo creo que esta región de España es un secreto bien guardado. Hay muchos escritores e intelectuales, personas de letras que vienen a veranear por aquí, pero... (tapa su boca con el índice). Pero se nos escapó Jerez. Eso no significa que no haya estado aquí mi marido. Porque él tiene toda una vida a la que no pertenezco.