EL FUTURO PUEDE ESPERAR
Actualizado: GuardarHacía tanto tiempo que los españoles no caíamos en éxtasis que nadie debe interrumpir ese estado del alma. Estamos embargados por un sentimiento de admiración y de alegría compartida. Los místicos lo han descrito como una especie de suspensión del ejercicio de los sentidos y una extraña compenetración con Dios, mediante un exaltado amor, pero también nos puede llevar a ese trance el gol de Iniesta. De menos nos hizo Dios. Nuestro éxtasis está durando más que el de San Juan de la Cruz, pongamos como sublime ejemplo, gracias a la moviola. La tele se ha instalado en el ángulo exacto donde da la vuelta el tiempo y nada debe perturbar nuestra visión única, ya que se ha repetido centenares de veces. El regreso de los triunfadores ha sido tan luminoso que el Gobierno está estudiando subir la luz en octubre. Todo puede esperar. Después de esta inyección de entusiasmo, la banca española confiesa que necesitará una inyección de 51.700 millones de euros. Hay que recapitalizar el sistema bancario y para eso contamos los pobres.
Mientras prosiga este merecidísimo júbilo nadie debe investigar por qué España no estará entre los países que retirarán tropas de Afganistán el año que viene, ni por qué somos el país desarrollado en el que más ha disminuido la llegada de extranjeros con la intención de quedarse, aunque les llamen emigrantes. No hay que hacerse problemas, ya que ellos se hacen solos y luego los agrandan nuestros políticos al tratar de resolverlos. Tampoco resulta de buen gusto ocuparse de la última matanza de Al-Qaida, a pesar de que sus 74 víctimas eran aficionados al fútbol y estaban viendo la final del Mundial. Nosotros no la olvidaremos, pero ellos no podrán recordarla. Las bombas estallaron en un restaurante de Kampala y se la atribuye Al Shabab. Nos pilla lejos y además estamos contentos y nada debe aguarnos la fiesta.