Frank Sinatra era de Cádiz
Actualizado: GuardarDe vez en cuando, deja de ser el atildado profesor de Instituto con apellido irlandés y se transfigura. En rigor, su apariencia recuerda más a la de Caetano Veloso, pero en el escenario se crece y bajo la eucaristía del jazz y del swing se convierte en el viejo ojos azules. José María O´Ferrall es de Cádiz aunque nació donde le dio la gana, pero Frank Sinatra nació donde le dio la gana pero es de Cádiz gracias a José María O´Ferrall. Y es que, de vez en cuando como ocurrirá el próximo viernes en el Castillo de Santa Catalina, la Sonora Big Band rinde cumplido homenaje a La Voz, que no sólo es este periódico sino aquel incombustible intérprete de emociones con el que grabó un dúo a distancia Julio Iglesias y con el que se negó a grabar Paul McCartney porque no le gustaban los dúos a distancia. Y allí estará O´Ferrall, convenciéndonos de que él y el viento del verano son amigos íntimos. Que la noche se llena de extranjeros o de extraños. Y que siempre es posible vivir a nuestra manera. Hijo de genoveses y sicilianos, como medio Cádiz del dieciocho, Frank Sinatra podría haber sido bajo del coro de Julio Pardo, pero le dio por el boxeo, por seguir los pasos de Bing Crosby y de Al Jonson, por cantar como nadie las melodías del maestro George Gershwin o de Cole Porter, de interpretar en la pantalla grande al personaje que realmente era en la vida cotidiana y asaltar con el rat-pack los casinos de Las Vegas, llevándose más dinero de la taquilla que de las ruletas. De chico hacía rabona como cualquier viñero y se las ventilaba al liquindoi, ya fuera de camionero o de repartidor, de cronista deportivo o de lo que fuera con tal de no dar realmente un palo al agua: ¡viva Ignacio Espeleta, que en paz descanse! Era del Partido Demócrata pero le gustaba el poder, como ese Cádiz que dice que piensa tirando a la izquierda pero a la hora de la verdad vota a Teófila. Qué más gadita que ser de la mafia, o al menos parecerlo, qué pasada enamorarse de Ava Gardner, el animal más bello del mundo, y lograr que a ella le ocurriera lo mismo. Qué grande y qué nuestro proponerle matrimonio a Lauren Bacall y salir pitando por piernas antes de arrepentirse. Si uno tuviera la voz de Sinatra o la de José María O´Ferrall, si uno fuera de Cádiz o de cualquier parte, pero pudiera juntarse a un piano, cómo no soñar que le acompaña Count Basie o Duke Ellington, cómo no vislumbrar a Antonio Carlos Jobim detrás de cada guitarra y creer que, por unas horas tan sólo, la historia comienza de nuevo y no hemos envejecido ni hemos muerto, todavía Kennedy no ha sido asesinado y todos los finales pueden ser felices. Begin the begin.