Editorial

Exigencia de libertad

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La llegada hoy a España de los primeros presos de conciencia que libera el Gobierno cubano, gracias a la mediación de la Iglesia católica y a la intervención del Ejecutivo español, constituye el implícito reconocimiento de la flagrante injusticia cometida por el régimen castrista desde que se alzara con el poder en dicha isla. La medida supone un claro alivio para quienes accedan a recuperar la libertad acogiéndose al estatuto cubano de emigrantes y para sus familiares. Pero sigue sin estar clara la suerte que pueden correr aquellos represaliados que condicionen su salida de la cárcel a poder quedarse en Cuba. Además, los hermanos Castro no han renunciado a la eventualidad de considerar merecedoras de penas de prisión las conductas de quienes en el futuro continúen oponiéndose a su dictadura. Es lógico que España y la Unión Europea saluden la anunciada liberación de 52 presos políticos como un síntoma de esperanza respecto a un paulatino tránsito de Cuba de la dictadura al reconocimiento de los derechos y las libertades civiles. Pero esto último no se verá favorecido si la excarcelación de los 52 contribuye a rebajar las exigencias democráticas de la comunidad internacional hacia el régimen castrista.