las cooperantes
Los familiares de la valenciana María José Such denunciaron que el cadáver recibido no era el que correspondía
MADRID. Actualizado: GuardarLa pesadilla de un error en la identificación de cadáveres repatriados presidió ayer los funerales por los cuatro cooperantes españolas que murieron en un accidente de tráfico en Perú el pasado martes. Los familiares de María José Such se percataron en el tanatorio de Navarrés (Valencia) que el cuerpo que pretendían velar no era el de su ser querido. Ello obligó a suspender las exequias. Los allegados, por su parte, presentaron una denuncia ante el juzgado de guardia de Xátiva.
El Ministerio de Exteriores piensa que el origen del entuerto se produjo en la «primera fase de manipulación en la morgue de Cuzco», lo que ocasionó que el féretro con el cuerpo de la valenciana llegara a Alcorcón (Madrid) y a Valencia el de la madrileña Lidia Monjas.
Policía Judicial
Una vez descubierto el desaguisado, esclarecido por la Policía Judicial gracias al cotejo de huellas, los cadáveres de Such y Monjas fueron trasladados a su tierra natal. Ibería dejó claro que no tuvo nada que ver en el fallo y subrayó que recibió los cadáveres de las españolas «identificados y etiquetados en el origen». Es decir, que las culpas hay que echárselas a los peruanos. Familiares, amigos y compañeros despidieron ayer en Peligros (Granada) a la joven de 27 años Lorena Guerrero Sevillano, una de las cuatro voluntarias fallecidas en el siniestro acontecido cerca de Cuzco. Tras el oficio religioso, que se celebró a las 17.00 horas en la Iglesia Virgen del Rosario, el cuerpo sin vida de Lorena fue trasladado al cementerio municipal para recibir sepultura en el panteón familiar de su familia política.
En un ambiente de recogimiento y respeto, un millar de personas dieron su último adiós a Soraya Macías, otra de las voluntarias que perecieron en Perú. Allegados, amigos y representantes institucionales abarrotaron la iglesia de Santiago Apóstol y los alrededores para despedir a esta joven de 25 años. El féretro fue recibido a las puertas del templo con un profundo silencio por parte de todos los presentes, que solo se ha roto con el llanto de sus familiares y los amigos de la joven. El párroco destacó en la homilía la importancia de la labor desarrollada por Soraya, sobre la que dijo que «ha hecho de samaritana junto a sus amigas».