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«Me retiro orgulloso de la escuela pública»
| CÁDIZ. Actualizado: GuardarManuel Santander se retira con honores de su carrera en Educación. Ya gozaba del reconocimiento de sus compañeros (el más complicado) y el pasado viernes recogió la Medalla al Mérito de la Educación, junto a otros galardonados como el filósofo José Antonio Marina. Santander puso así fin a una brillante trayectoria profesional en Educación pero, fiel a su espíritu inquieto, no quedará ocioso. Ahora, profundiza en una investigación que inició hace más de veinte años con el fin de recuperar para todos la memoria de los maestros represaliados por el régimen franquista. Lo encontramos en su casa, entre maletas, preparando el viaje junto a su mujer, Pilar Fernández, que le acompañará hasta Jaén para recibir el premio de la Consejería.
-¿Cómo encaja este reconocimiento que le hace la Junta al final de su carrera?
-Con agradecimiento. Cuando me llamó el consejero me sentí halagado y abrumado, porque lo que hemos hecho ha sido cumplir con nuestra obligación. De todas formas, nunca he sido partidario de los premios individuales sino compartidos (de ahí el plural que utiliza, porque se refiere a todo el equipo). Afortunadamente, he tenido una vida profesional muy intensa. Desde que falleció mi padre, cuando yo tenía 16 años, no he parado de trabajar. Ya era maestro a los 17 años y en 1984 comencé mi labor como inspector en la delegación de Educación donde he trabajado con un equipo de personas excelentes. Siempre me he sentido apoyado, arropado y escuchado. Incluso cuando no tenía razón. Ellos han soportado mis impertinencias.
-Usted ha dedicado buena parte de su tiempo a favorecer la integración de alumnos con alguna discapacidad en la escuela. ¿Este es el aspecto del que se siente más orgulloso a lo largo de sus años de profesión?
-El primer orgullo fue la aprobación del artículo 27 de la Constitución, por el que se garantiza el derecho a la Educación de todos los niños y niñas. A partir de ahí y de que la Junta de Andalucía asumiera las competencias en Educación hemos logrado una educación abierta, flexible, democrática y que asume la diversidad en sus aulas. Para ustedes, más jóvenes, esto parecerá normal pero hasta hace pocos años una persona sorda o invidente no iba a la escuela. Me siento orgulloso de la integración. Aún recuerdo las primeras escolarizaciones de niños con minusvalía. Hace poco tiempo me presentaron a una concejal del Campo de Gibraltar que es invidente y ella me recordó que fui yo quien la escolarizó. Había estudiado Derecho. Para mí, eso es un premio. Todavía hay muchas carencias en Educación pero hoy podemos decir que cualquier pedanía de la zona rural tiene acceso a ella. Sobre todo, me siento orgulloso del sistema educativo que tenemos. Mis dos hijos han estudiado en la pública. Ambos tienen carreras universitarias y están trabajando en lo suyo. Yo creo que eso indica algo.
Templos del conocimiento
-Pero nada es perfecto, ¿qué se le queda pendiente después de más de cuarenta años de trabajo?
-Subir las tasas de éxito escolar. Es cuestión de crear un clima social de confianza en nuestras escuelas que propicie que los recintos escolares sean sagrados, donde se genere admiración, solidaridad, respeto. Y que sean templos del conocimiento y la educación. Esta tarea nos compete a todos. De hecho, la Medalla al Mérito también se la conceden al filósofo José Antonio Marina por la recuperación del poder de consolidar valores que tiene la escuela, su autoridad moral. Pero sin exagerar. La imagen de escuela llena de problemas es una leyenda urbana. No hay más problemas de los que había antes. En definitiva, lo que quiero saber es que la escuela es un bien en el que hay que invertir.
-En los últimos tiempos está siendo más reconocido por sus investigaciones acerca de los maestros represaliados en la Guerra Civil que por su labor como inspector, ¿seguirá investigando ahora que dispone de más tiempo?
-Por supuesto, ya estoy en eso. (Su mujer interviene para apuntar que algo tendrá que hacer para seguir funcionando). Estoy intentando rescatar del olvido la experiencia de tantas maestras y maestros de la provincia que fueron represaliados por el régimen franquista. En realidad, llevo más de veinte años trabajando en esto bajo la dirección del profesor de la Universidad de Cádiz, Diego Caro Cancela. Me gustaría que no se perdiera el modelo educativo, totalmente democrático, que ellos practicaban en el primer tercio del siglo XX y que fue reconocido en toda Europa. Muchos de esos profesionales dejaron lo mejor de ellos mismos en este modelo, vinculados a la Institución Libre de Enseñanza. Afortunadamente, en el último cuarto de siglo XX se puso en marcha nuestro sistema y ya hay aspectos que no es necesario reivindicar porque se han superado.
-Tenemos un espacio muy breve para agradecimientos, a modo de televisión local. ¿A quién dedica la medalla al mérito?
-A mi mujer sin duda. A mi familia, mi mujer y mis hijos. Pero sobre todo a ella que me ha acompañado y aguantado durante todo este tiempo. Y como te decía antes, a mis compañeros y compañeras. En Educación se trabaja en equipo y sin ellos mi labor hubiera sido imposible.