La Iglesia reaviva la esperanza en Cuba
Los analistas y la calle pronostican que el gesto de Raúl Castro al liberar a 52 disidentes anuncia una apertura del régimen
LA HABANA. Actualizado: GuardarDespués del béisbol, el ajedrez y el dominó son los dos pasatiempos preferidos de los cubanos. Ambos se basan en la estrategia, que, según la definición del diccionario de la Real Academia Española, es el «arte o traza para dirigir un asunto». No sabemos si el presidente, Raúl Castro, practica esas aficiones, pero ha preparado una jugada maestra al elegir a la Iglesia Católica como único interlocutor válido en el proceso de mejora de los derechos humanos emprendido durante los últimos días.
Si da jaque mate o no, lo dirá el tiempo. A juzgar por los movimientos de escaque a escaque -cada uno de los cuadros del tablero- ha calculado con precisión la partida. Su decisión de liberar a los 52 opositores del Grupo de los 75 que permanecen en prisión desde la 'primavera negra' de 2003 fue comunicada a la jerarquía eclesiástica local, que respaldada por el histórico apoyo internacional emitido desde el Vaticano, se ha convertido en portavoz de las noticias del Gobierno.
De rebote, la disidencia queda descolocada. El régimen insiste en llamar a los opositores «mercenarios» y «asalariados de Estados Unidos que buscan desestabilizar el sistema». Con todo, los disidentes siguen en su batallar por conseguir la libertad de todos los detenidos, que calculan en 167. Entre ellos están los 52 que se verán beneficiados por el acuerdo y que Amnistía Internacional considera presos de conciencia junto a otro más. El oficialismo, en constraste, clama que los contrarios al régimen necesitarán un nuevo discurso para «ganarse el sueldo».
Pero el régimen comunista aceptó incluso la publicación en el diario oficial 'Granma' de un comunicado del Arzobispado que informaba de la excarcelación de los presos. No se especificaba que fueran políticos. No obstante, esta decisión se ha entendido como un reconocimiento explícito de la disidencia.
El gesto hacia los opositores y, sobre todo, hacia la opinión pública internacional, culminará tras un proceso de tres o cuatro meses. Un tiempo razonable para que en la partida le toque mover ficha a Barack Obama y a la Unión Europea. El presidente estadounidense tomó medidas de alivio en las relaciones de los cubanoamericanos, al tiempo que reclamó que los presos de conciencia fueran puestos en libertad para avanzar en las negociaciones en su intento de normalizar las relaciones rotas desde hace cincuenta años. Su petición ya ha sido contemplada por La Habana.
Últimos escollos
Aún quedan un par de escollos: la detención en la capital cubana del contratista Alan Gross, acusado de entregar radios y equipos a la oposición, y la exigencia del régimen para que regresen 'Los cinco', agentes de la isla que se infiltraron en organizaciones anticastristas de Miami. Algunos estarían en la misma situación de los espías que Washington acaba de intercambiar con Moscú. Otros están condenados hasta a penas de cadena perpetua. Dos de ellos llevan diez años sin ver a sus esposas, a las que se niega el visado de entrada a Estados Unidos.
En todo el proceso sobresale también la figura de Miguel Ángel Moratinos, que viajó a Cuba esta semana para «acompañar» el diálogo de la Iglesia. El general Castro regaló al ministro de Asuntos Exteriores español el anuncio de la mayor liberación de presos desde el concedido a Juan Pablo II en 1998 con motivo de su histórico viaje a la isla. Entonces fueron excarcelados un centenar. El régimen concedía al canciller de José Luis Rodríguez Zapatero un buen tanto para demostrar a los socios europeos que funciona mejor la zanahoria que el palo. Pero para que nadie interpretara que se entregaban los disidentes a Madrid, el cardenal Jaime Ortega -protagonista del inédito diálogo entre la Iglesia y el régimen comunista- estuvo presente en todo momento.
Además para refrendar el protagonismo de la Iglesia, las noticias sobre quién sale o a dónde va, se emitirán asimismo desde el Arzobispado. Ayer, por ejemplo, una nota informaba de otros cinco presos que viajarán próximamente a España junto a sus familias. Se trata de Normando Hernández González, Julio C. Gálvez Rodríguez, Omar R. Ruiz Hernández, Mijail Bárzaga Lugo y Ricardo González Alfonso.
Al avenirse a soltar a los detenidos, Raúl Castro obtuvo otro respiro. El disidente Guillermo Fariñas dejaba su huelga de hambre y sed. El último y más pertinaz azote del Gobierno de La Habana está delicado pero se recuperará.
Hay quien dice que a la fuerza ahorcan. Por necesidad o buen talante, Castro ha marcado un panorama impensable ocho días atrás. Se comenta en recepciones y pasillos que, si dependiera del menor de los Castro, los cubanos podrían salir y entrar sin pedir permiso, vender y comprar sus casas o coches y disfrutarían de prensa libre. Algunos apuntan que al haber visto las orejas al lobo de la desesperación social, tuvo un rifirrafe con su convaleciente hermano Fidel, todavía primer secretario del Partido Comunista. Le habría dicho que ahora manda él y que habrá inversiones extranjeras y mayores libertades.