Jerez

Aquella vieja flota que salvaba la fiesta

Ruiz-Mateos recibe el Volante de Oro del Transporte por sus camiones puestos a disposición de San Cristóbal en los 60

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Hace un par de décadas fue recuperada la celebración de San Cristóbal, la que asienta en la agenda de la Hermandad del Transporte su condición gremial. Y regresaba en vísperas de cada 10 de julio tras años de ostracismo. De hecho, los camiones de toda empresa que hubiera podido enriquecer el pasacalles y la ceremonia de bendición que se organizaba debían, en estas fechas, volcarse con la campaña remolachera y otras producciones estacionales del campo.

Sólo la vieja flota de Rumasa hacía el esfuerzo de que los camiones, emblemático exponente del mundo del transporte, pudieran hacerse presentes, en los años 60 y 70, junto a autobuses, taxis y otros vehículos que recibían cada verano el agua bendita. Y la cofradía mercedaria lo ha reconocido casi cuarenta años después concediendo a José María Ruiz-Mateos, presidente de Nueva Rumasa y también de aquél holding anterior expropiado, el Volante de Oro.

La noche de este viernes fueron recibidos por su hija, Paloma, tanto la insignia como el diploma que lo acredita. Y en La Merced, junto a los dirigentes cofrades Francisco González, creador del galardón y presidente de la Órden del Volante de Oro, y Fernando Virués, actual hermano mayor del Transporte, se hicieron presentes, entre otros, Juan Manuel Corchado y Felipe Benítez, presidentes respectivos de la Fundación Teresa Rivero y la roteña Fundación Ruiz-Mateos.

Perfecto estado de revista

Tampoco faltaron algunos de aquellos viejos empleados entre los que Manuel Valle es ejemplo vivo de los tiempos en los que don José María, como lo siguen llamando, pasaba revista personalmente a los vehículos que habían de ser presentados ante el santo. «Cuando llegaban las vísperas de San Cristóbal todo el mundo parecía loco en los talleres de la bodega de Lechuga (en la calle Asta y hoy desaparecida)». Así lo recuerda Valle, al frente de volantes de Rumasa desde el 68.

Mecánicos, pintores y carpinteros se ponían las pilas porque el jefe era muy exigente. «Llegaba con una libreta, tomaba nota y a la semana preguntaba si los arreglos se habían producido para esa celebración». Entre camiones, camionetas, turismos y otros vehículos de uso cotidiano en el holding, principalmente de su División de Vinos, se sumaban anualmente, en número cercano a la treintena, a esta cita de cada julio con el Patrón del mundo de los transportistas.

La noche del viernes, con prolongada convivencia en el patio de la casa de hermandad tras la misa a cargo de Ismael Maroto y el acto en la basílica patronal, se nutrió de muchos de aquellos recuerdos en los que no faltaron nombres propios de algunos de aquellos empleados de Ruiz-Mateos como Cristóbal Sánchez, Antonio Lara y otros ausentes. Presentes, además del mencionado Valle, se hicieron otros como Francisco Muñoz, quien además es activo cofrade del Transporte.

Este homenaje a José María Ruiz-Mateos, que tiene 79 años y pese a su presencia habitual en Madrid no se olvida de Jerez, recordó otro aún pendiente desde el Ayuntamiento: la petición de que sea dedicada una calle a su nombre. Fue formalizada por la Unión de Hermandades y ha cumplido ya tres años de espera.