Del Bosque controla el balón durante el entrenamiento celebrado ayer. :: EFE
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Del Bosque se retroalimenta del ciberespacio

El seleccionador ha demostrado que sabe escuchar pero también que a la hora de la verdad sólo él toma las decisionesHa estado conectado a Internet todo el mes y ha buceado en la búsqueda de ideas, comparativas y soluciones

JOHANNESBURGO. Actualizado: Guardar
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El fútbol se construye con pequeños detalles. El jugador, la pelota, el entrenador, el medio, el entorno, la familia, la ambición, el coraje, el genio, la calidad, el arte, el dolor, al suerte... Una miscelánea compleja. Una cantidad de variables tan difíciles de conjugar como de hacer coincidir en un momento determinado. Sólo así se puede ganar un Mundial. La base está en la materia prima y el juego. Luego viene todo lo demás.

Para Vicente del Bosque esos pequeños detalles representan un todo. Está pendiente de todo lo que se dice, se comenta, se escribe, se analiza, se desmenuza... Siempre enganchado a todo lo que rodea al equipo. Ha encontrado un cordón umbilical en Internet. El medio más rápido y más amplio para cerciorarse de todo lo que ocurre alrededor de la selección y de sus jugadores internacionales.

En el último mes no ha parado de bucear en el ciberespacio. Páginas de periódicos deportivos, de medios nacionales, blogs, chats... Un trabajo espartano que precisó de más de una recriminación por parte de Fernando Hierro. Sobre todo cuando España tropezó en el primer encuentro contra Suiza en Durban. Del Bosque pensó que traía la lección bien aprendida para disputar la Copa del Mundo y enseguida se encontró con un suspenso. El golpe le dejó atolondrado y buscó en la crítica un razonamiento. Un por qué al resbalón. ¿Una crisis de identidad? El seleccionador se ha encargado de repetir hasta la saciedad que le parecen sanos los debates alrededor del equipo, pero también ha sabido utilizar la retranca castellana para mandar al monte a más de uno. Uno de esos debates se dio en la portería con la llamada de Víctor Valdés. Él no hizo caso a las voces de alarma. Y el tiempo ahora le ha dado, una vez más, la razón.

Así ha vivido el Mundial. Agobiado hasta que respiró después del partido de cuartos de final frente a Portugal. Hubo un antes y un después de ese partido. Por todo. Por el resultado colectivo y por los aciertos en la parcela individual. La vara mágica funcionó a la perfección en un equipo calibrado para hacer grandes cosas.

En sus momentos más complicados se aferró a los principios básicos de la convivencia. Tranquilidad, serenidad y convencimiento. Nada de bandazos ni de alterar el funcionamiento común de las cosas. No traicionó sus ideas ni las del equipo. Y como a todos los deportistas le fue subiendo el nivel de adrenalina a medida que la selección fue subiendo peldaños hasta llegar a la final. Pese al exitazo histórico, normalidad. Con el bigote más ordenado y apuntando a la sonrisa, pero sin dejarse abrazar por la falsa relajación. Es zorro viejo. Y siempre rodeado de los suyos. El viernes, sin ir más lejos, acudió a un programa de televisión y se encontró con José Antonio Camacho. Hermano y amigo. Entrenador y compañero. Ambos se fundieron en abrazo sano. Nada que decir sobre el partido contra Holanda. Buen ambiente. Basta con una mirada. Pero por si acaso, Vicente del Bosque le pasó la mano por la chepa. «A ver si se me pega algo de los que tienen mucho culo», sentenció el seleccionador. «¿De suerte me vas a hablar tu a mi?», replicó Camacho, quien como seleccionador sabe lo que es el trago amargo de quedarse en unos cuartos de final. Escena castiza. Como cuando se pasaba el décimo de lotería por la espalda de un jorobado ante del sorteo buscando el dinero.

Hasta ese punto es meticuloso Del Bosque. Es parte de la parafernalia. No se puede dejar ni un cabo suelto ni tienes una final a la vuelta de la esquina. Mide todos los detalles y calcula hasta que punto pueden llegar a fectar a la marha de su equipo. Holanda está ahí. El pulpo Paul se ha alineado con España y el seleccionador sólo tiene que redondear el trabajo. El éxito está garantizado, pero ahora no debe aparecer el mal sabor de boca. Es un premio para una persona que ha sido cuestionada después de su aventura en Turquía a pesar de los muchos éxitos que logró en el Real Madrid y que luego le fueron tan mal reconocidos en la casa blanca. Ahora recobrará públicamente un caché que nunca perdió en la familia del fútbol.