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Una marcha presiona a Netanyahu para impulsar la liberación de Shalit
Los padres del militar secuestrado por Hamás en 2006 se plantan ante la residencia del primer ministro para exigir la liberación del joven
JERUSALÉN. Actualizado: GuardarDoce días después de haber dejado atrás su hogar en Mitzpe Hila, los padres del soldado Gilad Shalit llegaron ayer a Jerusalén acompañados de 20.000 personas para exigir la liberación del joven ante la residencia oficial del primer ministro, Benjamin Netanyahu. El mandatario no estaba allí para verlo porque se encuentra de viaje en Estados Unidos. Pero tendrá tiempo a su vuelta, porque la familia del militar capturado en Gaza en 2006 ha dicho que no se moverá del sitio, ni de día ni de noche, hasta que su hijo sea recuperado.
La de ayer era la última etapa de una marcha multitudinaria, en la que en conjunto han participado unos 200.000 ciudadanos, y que Noam Shalit y su esposa impulsaban a finales del mes de junio, desesperados por la falta de avances en lo que respecta a la liberación del chico. Israel ha aceptado recientemente suavizar el embargo a Gaza, presionado por la comunidad internacional, pero Hamás sigue sin permitir que la Cruz Roja visite al rehén.
Conmocionados por un cautiverio que dura ya cuatro años, los israelíes escucharon las palabras que la madre del soldado, Aviva, dirigió al ausente Netanyahu en el parque de la Independencia de Jerusalén. «Una sociedad sana, una sociedad moral, una sociedad que demuestra valentía no permite que sus líderes abandonen un soldado vivo, el pueblo ha hablado, Bibi, no nos ignores», clamó.
Sumándose a la concentración, estuvieron el ministro de Servicios Religiosos, Yaakov Margi, y el del Interior, Eli Yishai, del partido ultrarreligioso Shas, para quien esta iniciativa es, sobre todo, una forma de apoyar y dar fuerza a la familia Shalit. Pero Yishai, como tantas veces, no perdió oportunidad de intentar comprometer a Netanyahu al subrayar el miércoles que «el hecho de que Gilad no esté aquí significa que no hemos hecho lo suficiente».
Las intenciones del primer ministro no van por ahí. Ayer, en Washington, pedía ayuda a Bill Clinton para resolver esta encrucijada, sobre la que el pasado viernes dejó clara su voluntad de hacer esfuerzos y concesiones, pero con un límite. Netanyahu acepta excarcelar 1.000 presos de los cerca de 7.000 presos palestinos en cárceles israelíes, a cambio de Shalit, pero se niega a que entre ellos salgan ciertos condenados por atentados terroristas que Hamás ha exigido en una lista.
El mandatario hebreo no está solo en su determinación. Aunque la sociedad israelí apoya que el regreso de Gilad Shalit se logre aún a costa de decisiones difíciles, un sector coincide con el primer ministro en que no hay que pagar cualquier precio. Activistas de la organización Nuestra tierra Israel esperaron la marcha a la entrada de Jerusalén para expresar su rechazo a una posible liberación de palestinos «con sangre en las manos». También la asociación Three Fathers, que integra a familiares de víctimas de los atentados de la Intifada, tienen previsto protagonizar sus propias movilizaciones en Jerusalén para hacer oír su voz.
Netanyahu alega que su gobierno no debe ser el blanco de presiones porque sólo con una «posición rígida» en las negociaciones Israel logrará que los islamistas rebajen sus aspiraciones para un acuerdo.