El Tarzán del siglo XXI
El central esconde bajo su melena a un enamorado de los libros de autoayuda, la fisioterapia y la comida japonesaCarles Puyol Jugador de España
JOHANNESBURGO. Actualizado: GuardarDetrás de ese león desmelenado que amedrenta a los rivales y se proyecta en busca de la presa, Carles Puyol (La Pobla de Segur, Lérida, 13 de abril de 1978) esconde a un tipo concienzudo y moderno, tranquilo, aficionado a los libros de autoayuda y motivación, al pilates como método complementario de entrenamiento, a la fisioterapia y a la sana comida japonesa.
Pocas veces un gol como el suyo ante Alemania fue tan celebrado en todo el país. Porque sellaba el billete a la final del Mundial y por lo que suponía como colofón a una carrera internacional que, probablemente, terminará después de Sudáfrica, con 90 entorchados a sus espaldas. El capitán azulgrana tiene previsto entrevistarse en breve con Fernando Hierro, el director deportivo de la Federación, y con el seleccionador, Vicente del Bosque, para analizar su futuro. No hay mejor forma de despedirse que con un Mundial bajo el brazo.
Sólo Zubizarreta, Casillas, Raúl y Xavi han defendido más veces a España que él. «Puyi -apodo por el que se le conoce en el mundo del fútbol- está en una nube. Después de una trayectoria así, se merecía ese gol», significaron Busquets y Capdevilla en la noche más alegre de Durban. «Estoy contentísimo por él. Es un líder tanto fuera como dentro del campo. Fue un golazo digno de él, de una semifinal», añadía Iniesta. Xavi, elegido mejor jugador del partido, confesó que el central siempre se la pide al punto de penalti, como en el Barça, pero que esta vez salió todo perfecto. Y Villa reconocía que 'el tiburón' -otro mote- les condujo hasta el gran duelo del Soccer City.
Es catalán hasta la médula, de la Lérida más profunda, y a la vez representa los viejos valores de la furia española. Su carrera es un ejemplo de abnegación, solidaridad, profesionalidad, orgullo y 'vergüenza torera'. Suma testiculina, perseverancia y un físico portentoso al talento del grupo. Es el nuevo Camacho, el Tarzán del siglo XXI, el futbolista indispensable para hacer equipo, buque insignia de una generación campeona.
Es líder del Barça desde que Guardiola apostó por el núcleo de la cantera pero lo pasó fatal en la última etapa de Frank Rijkaard, cuando el técnico holandés perdió el control de un vestuario viciado por Ronaldinho y Deco. Se vio impotente. También sufrió en sus primeros años. Van Gaal lo vio entrenar con el primer equipo y lo 'fichó' cuando ya estaba apalabrada su cesión al Málaga. Pero tardó un lustro en conquistar el primero de sus doce títulos de club y estuvo a punto de cambiar de aires.
Adora a Luis Enrique
Disfruta de su tercer Mundial y lo hace con la ilusión del chaval ambicioso que se presentó en Corea y Japón de la mano del seleccionador murciano. El testarazo que acabó con las huestes alemanas define su trayectoria, un compendio de decisión, valentía, arrojo, confianza, fuerza, potencia y calidad técnica en el gesto. Superar por arriba a los teutones, y encima a balón parado, sólo está al alcance de los elegidos.
Desde Durban, en pleno Hemisferio Sur, al último rincón de la Pobla de Segur, cerca de los Pirineos, la afición se rinde ante este zaguero que idolatra a Luis Enrique, es amigo íntimo de Cesc y Piqué, ha sido elegido cinco veces para el equipo ideal de la UEFA y, según 'The Sun', se encuentra entre los cuatro mejores centrales de la década. El italiano Baresi, un mito, también le tiene entre sus elegidos.
España tocó de maravilla, cortocircuitó a los germanos con el balón, les bailó una danza mucho más bella, si cabe, que el vals de Viena de hace dos años, pero quizá de nada hubiera servido sin el ímpetu de Puyol, un veterano de 32 años que acumula seis con el brazalete del Barcelona y es el único que ha levantado dos Copas de Europa. Avisó en el primer tiempo al lanzarse en plancha para rematar un centro-chut de Andrés Iniesta que más pareció una pedrada. Hecho un jabato, cortó las pocas acometidas de los timoratos rivales. Su golazo se asemejó a aquel inolvidable de Maceda, también ante Alemania en el 84.
Entonces, Francia, y una desgracia de Arconada, dejaron a los chicos de Miguel Muñoz con un palmo de narices. Esta España, empero, es una orquesta sinfónica que con Carles Puyol mantiene ese puntito 'sanferminero'. Sólo había marcado contra Irlanda del Norte y Estonia después de 89 partidos con 'La Roja', pero la historia le debía una, y muy gorda.
Josep, quien se dejó la vida con sólo 56 años cuando trabajaba con un tractor en el campo ilerdense mientras su hijo millonario se preparaba para un partido en Riazor, puede estar orgulloso de ese chaval al que enseñó los valores del esfuerzo y el sacrificio. Lo cuenta Carles en su biografía 'Mi partido'. El lado más humano de este soltero de oro, dueño de una propia marca de relojes (CP5) que lucen casi todos los jugadores de la selección, a los que recomienda la obra 'Mi filosofía del triunfo', de Michael Jordan, como libro de cabecera.