Cavendish aprende la lección
El sprinter británico vuelve a ganar en el Tour tras varios días sin aparecer. «Conseguir seis triunfos el año pasado le hizo creerse imbatible y eso le condujo a una espiral muy peligrosa», dijo su consejero, Erik Zabel
MONTARGIS. Actualizado: GuardarMark Cavendish ha tardado tiempo pero parece que ha comprendido que no hay nadie imbatible, que las condiciones físicas, por muy buenas que sean, hay que trabajarlas, cuidarlas. Vencedor en Montargis por delante de Ciolek, Boasson Hagen, Rojas y Hushovd, tuvo tiempo para entender que llevaba tiempo andando por un camino equivocado.
Ser el hombre más rápido del mundo -algo que nadie duda- no significa que se puedan ganar carreras sólo con el nombre.
En Montargis se secaba las lágrimas moviendo sus gafas de abajo hacia arriba, sin quitárselas, nada más llegar a la meta mientras se iba abrazando uno a uno a sus compañeros de equipo. Es demasiado orgulloso para que le vean llorar, aunque no podría evitarlo.
Cavendish iba soltando toda la tensión que llevaba dentro, acumulada desde hace meses. «El equipo ha creído en mí, me ha ayudado mucho». Y de nuevo más lágrimas. No tenía consuelo. A Mark Cavendish alguien muy cercano le ha debido de decir que hay que ser humilde, agradecido, que sus compañeros también son personas y necesitan, además de cobrar a final de mes, cariño, reconocimiento, que sin ellos no seguirá siendo el mejor, que corren riesgos por él llevándole en las curvas, jugándose el físico.
Ya no tiene a George Hincapie, Michael Rogers piensa en la general, Tony Martin no trabaja, Hansen sufrió una caída. La maquinaria no está engrasada y se nota. Vaya sí se nota. Para Óscar Freire, «el equipo Columbia no está tan fuerte como el año pasado, pero hasta el momento hemos tenidos tres sprints. En el primero hubo una caída, en el segundo no pudo con Petacchi y el tercero lo ha ganado. El equipo del año pasado era mucho mejor».
Iván Gutiérrez, el actual campeón de España, (Caisse d'Epargne), Van de Walle (Quick Step) y El Fares (Cofidis) estuvieron escapados durante buena parte de la etapa. Porfiaría en solitario Iván, para caer a tres kilómetros de la meta. Y luego, Cavendish.