Pablo Chaves (en el centro) durante el acto de homenaje en Las Angustias. :: M. G.
SEMANA SANTA

El Caminito de Pablo Chaves

A la cena, celebrada en el Baluarte de Los Mártires, acudieron más de 150 personas entre amigos, cofrades y familiares de Chaves El Consejo de Hermandades homenajea al ex hermano mayor de Las Angustias

CÁDIZ . Actualizado: Guardar
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El 24 de febrero de 2008, la lágrimas de la Virgen de Las Angustias rodaban por su rostro por un motivo diferente al habitual. La Virgen del Caminito no lloraba por Jesús muerto en su regazo, lo hacía por otro hijo, Pablo Chaves. Ese día, los hermanos de la cofradía de Las Angustias sufrieron un duro mazazo, su hermano mayor se debatía entre la vida y la muerte por culpa de un infarto cerebral. Pero, aún no era su hora. Su Virgen lo salvó, -como a él le gusta pensar- para tener fuerzas con las que seguir adelante. Esa Semana Santa Pablo Chaves no pudo acompañar a Angustias, como había hecho desde pequeño. Y cómo él no salió, Ella decidió quedarse en casa, a pesar que los más antiguos de la hermandad no recordaban un año en el que Angustias se quedara en su templo. «Siempre recordaré cuando fui a organizar la procesión al convento de las Carmelitas, el Miércoles Santo por la mañana, y la priora me dijo: 'Para qué traes esto si ella no quiere salir porque tu padre no está'. Después los partes meteorológicos le dieron la razón». Quien recuerda la anécdota es Pablo Chaves hijo. Ese Miércoles Santo su padre no estuvo pero los siguientes sí. Luchó y sobrevivió para permitir a los cofrades seguir disfrutando de su presencia.

Ayer, ese mundo de las cofradías que él tanto contribuyó a formar y que tanto aprecia quiso rendirle un sincero homenaje. «La idea partió de el presidente del Consejo, Martín José García. Iba a ser una comida familiar y la cosa fue creciendo», explicaba ayer Pablo Chaves hijo. Y tanto creció que el acto se convirtió en una cena para más de 150 comensales que se celebró anoche en el Baluarte de los Mártires.

Nervios a flor de piel

Antes de que llegara ese momento, Pablo Chaves no cabía en sí de nervios. Tal era su estado que pidió al médico que lo iba a operar una semana antes que «le diera el alta antes del jueves que él tenía una cena», explicó entre risas su hijo. Su médico cumplió y Pablo no faltó. A pesar de los puntos recién quitados y con molestias, el actual vice hermano mayor de Angustias disfrutó de la compañía de amigos y familiares.

El homenaje comenzó, como no podía ser de otra forma, en la propia capilla de las Angustias. Una oración organizada por la hermandad como acto previo a la cena donde Pablo se acordó de sus comienzos en el lugar. Fue en el año 1947 cuando Chaves descubrió el rostro de la Virgen del Caminito. Lo hizo como monaguillo y llegó para quedarse.

«Desde los años 80 al 2008 mi padre fue hermano mayor de la cofradía. Pero es que antes -en los 60- ya formaba parte de la junta de la hermandad, antes incluso de estar apuntado como hermano», recordaba Chaves hijo, parafraseando a su padre. Un bagaje en el que Chaves ha aprendido y enseñado mucho: «Por la junta de mi padre han pasado muchos cofrades que ahora están en otras hermandades». Quizás por eso, Chaves no logra comprender las disputas entre hermandades, «eso él no lo concibe», puntualizaba su hijo. «Para mi padre son más importantes las personas que las organizaciones». Amigos, familiares, cofrades en general que ayer quisieron acompañar a Pablo Chaves en su homenaje. Por un día, cedió el testigo y la palabra la tuvieron otros -algo no muy habitual en él, como bromeaba su hijo-. Por Chaves, las cofrades estuvieron ayer por encima de las cofradías.