Lecturas de la vida
Actualizado: GuardarQue cada uno lo lea como quiera. Yo lo leo así. Dos vidas y un destino. Cosas del destino que al final no fueras a Valencia. Cosas del destino que ese día fueras a esa playa y no a otra como sueles hacer. Cosas del destino que esa niña te eligiera a ti, y no a otra persona. Una playa llena de gente y esa niña se dirige hacia ti: Hola, me llamo Pepi, se presentó la niña. Y tú, hiciste lo normal, presentarte: Hola Pepi, yo soy Begoña. La niña te dijo: No sé nadar. Y tú le respondiste lo lógico: Ponte los manguitos. No tengo, dijo la nena en su ignorancia. El padre se había ido dejando a la niña a cargo de su madre. El caso es que la madre, por desgracia, no se preocupó lo suficiente. Tú, pendiente a ratos de ella, la ves con un artilugio de baño impropio -digamos que era un rosco gigante donde no te puedes agarrar, en lugar de unos puñitos propios de su edad-. Minutos más tarde, unas manos en el mar claman al cielo en movimientos de socorro. Todo lo demás en ese minúsculo cuerpo se halla sumergido. Sin más, corres al agua y la salvas. Nadie vio lo que tú viste. Corriste y lo hiciste. Yo lo llamo lecturas de la vida. Ese día estabas tú ahí para que esa niña siguiera aquí. Qué bello. Esa noche no dormiste pensando en lo que ocurrió y en lo que podía haber ocurrido. Ya puedes dormir tranquila. Gracias a ti esa niña puede seguir contándolo, y una familia no está rota.