Vecinos que volvían de la playa y encontraban una historia de terror
CÁDIZ. Actualizado: GuardarLos vecinos formaban corros de cabizbajos. Varias esquinas antes, señalaban al que preguntaba por la desgracia y nadie quería hacer conjeturas. «Ha sido ahí, en el número 7. Ha aparecido muerta esta mañana [por la de ayer], pero no sabemos qué ha pasado». Era la respuesta de los grupos de señoras mayores o de hombres en camiseta que marcaban el recorrido por el barrio. Castigado por la heroína como pocos en Cádiz durante los años 80, Guillén Moreno ha superado aquella etiqueta conflictiva para ser un conjunto de edificios habitados por trabajadores, pensionistas y desempleados en el que la violencia es inusual y causa el mismo espanto que en cualquier lugar. Los tiempos en que cualquier cínico podría esperar que algo así pasara justo allí quedaron atrás antes de que comenzara el siglo XXI.
Ayer, nadie sabía, nadie comprendía. Ya en la esquina de la calle Cal y Canto, el rastro de coches-patrulla y un mayor número de vecinos cercaban el portal. Todos hablaban bajo y aguardaban turno para poder entrar en su edificio.
Los residentes en el número 7 de Cal y Canto tenían que aclarar en qué piso vivían antes de que la pareja de guardia en el descansillo les diera permiso. Eran los vigilantes de una especie de frontera entre una tarde más de julio, en la calle, y el escenario de un crimen, dos pisos más arriba. Los que habitan las otras tres viviendas de la segunda planta, en la que residía la asesinada, ni siquiera eso. Tuvieron que esperar a que acabaran las labores de precinto, alguno con una bolsa llena de juguetes de playa, símbolo máximo de la normalidad cortada a cuchillo. Espantados y sorprendidos a la vuelta de una jornada de mar común, encontraban horror junto a su puerta. Especulaban sobre «si alguien buscaba dinero» en la casa, sobre lo «peligroso de quedarse sola» y coincidían con los familiares, que estaban a unos metros: «Siempre fue cariñosa con todo el mundo».
Todas las hipótesis abiertas. Todas las opciones por descartar, pero alguien le dió casi 30 puñaladas. Ella intentó defenderse de una persona a la que dejó pasar. Un conocido capaz de asesinar entre cientos de buenos vecinos en bañador.