Un amigo de la familia relata la buena relación que había en la pareja. :: JUAN CARLOS CORCHADO
Ciudadanos

«Él hubiera sido incapaz de levantarle la mano. Era un hombre bueno»

Fuentes cercanas a la familia Galán descartan que Milagros sufriera malos tratos y que la pareja estuviera en trámites de divorcio

EL PUERTO. Actualizado: Guardar
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Los Galán eran un matrimonio unido, activo y muy religioso. Él agricultor, y ella ama de casa, cada uno tenía sus propias aficiones, pero salían mucho en familia y cuidaban de sus nietos. Mantenían una relación cordial con todo el vecindario y aunque algunas fuentes indican que la pareja sufría fisuras y que incluso habían iniciado los trámites de divorcio, la mayoría coincide en que la armonía reinaba en el número dos de la urbanización La Belleza y rechazan la posibilidad de que ella fuera víctima de malos tratos. «Él hubiera sido incapaz de levantarle la mano». Fuentes muy cercanas a la familia alabaron la bondad de Paco Galán. «Donde hubiera un hombre bueno, ahí estaba él. Jamás le escuché ni una falta de respeto, ni una mala palabra hacia su mujer».

Milagros y Paco eran padres de tres hijos: Paco, Benjamín y Roberto. Los tres estaban casados y vivían fuera de la casa familiar, aunque sólo los dos mayores les habían hecho abuelos. Precisamente el cuidado de los nietos ocupaba buena parte del tiempo del matrimonio y los vecinos aseguraron que las nueras también frecuentaban el domicilio a la hora de comer. «Si yo fuera alguna de ellas y supiera que mis suegros no se llevan bien no dejaría a mis hijos con ellos». Los vecinos, que no salían de su asombro, defendían la hipótesis de que Milagros no era víctima de la violencia de género porque su actitud no respondía al prototipo de mujer maltratada. Milagros Galán hacía vida social. «Nos la encontrábamos en el mercadillo de los gitanos, y solía ir a la piscina. Él no dejaba sus viñedos. Eran una pareja muy sencilla, todos los conocíamos. No eran de entrar en tu casa, pero siempre te saludaban. Nunca escuchamos escándalos por peleas». Paco Galán, vinculado al mundo del vino desde su juventud, no había abandonado la actividad con la que prosperó económicamente y seguía vendiendo mosto y fino a las bodegas Garvey y González Byass. Según los vecinos, nunca solía faltar a su cita diaria con sus terrenos, algunos de ellos ubicados en la carretera de Jerez, próximos al parque acuático.

Muy religiosos

El matrimonio profesaba la fe católica y solían ir a misa. Milagros ejercía su vocación religiosa como catequista en el colegio de educación primaria y secundaria San Luis Gonzaga. «A mi mujer y a mí nos dio los cursos prematrimoniales y a mis hijos los preparó para la Primera Comunión». Juan Castro, residente en la casa de al lado, mostró su estupor ante la noticia. «No escuchamos absolutamente nada. Estábamos viendo el partido, y entre los gritos, los bombos y los pitidos de los coches. Me he enterado esta mañana, por los medios de comunicación. Yo los conozco de toda la vida, desde que era un niño, y siempre han sido un matrimonio muy normal».

«Ellos se han llevado bien de toda la vida, desde que se conocieron». José Ruiz, un amigo de la infancia, acudió a la casa de los Galán alertado por las noticias. «Solíamos saludarnos por la calle. Él le vendía vino al bar La Bahía Media. Estoy que no me lo creo todavía». En cuanto a la posibilidad de que los Galán sufrieran dificultades económicos y que por ese motivo existieran discrepancias en el seno familias, las fuentes consultadas aseguraron desconocer esta circunstancia. «Hoy en día todos tenemos problemas y quién sabe hasta dónde podían llegar los suyos. Pero estamos desconcertados. No sabemos qué ha podido pasar para que esto suceda».