GRAVE
Actualizado: GuardarSe puede entender que la política lingüística busque una mayor presencia del catalán en el doblaje de las películas norteamericanas. Pero lo que resulta incomprensible no es solo que ello se pretenda lograr con la imposición obligatoria y bajo la amenaza de sanción a un sector privado, sino que encima el consejero de Cultura de la Generalitat llegara a afirmar que la medida va a ser un precedente positivo, del que encima aprenderán las grandes productoras de Hollywood.
En otras palabras, los responsables de semejante imposición desconocen tanto los límites de la intervención pública y esa convivencia entre lenguas que es fundamental en las comunidades bilingües, como los deseos reales de la audiencia y la estructura de un negocio que va a resultar dañado por el incremento de los costes derivados del doblaje. Incluso, más allá de que la Generalitat no haya querido dialogar con el sector privado en la búsqueda de soluciones menos impositivas y traumáticas, también resulta extremadamente grave el desprecio mostrado hacia una industria cinematográfica que en estos momentos no pasa por sus mejores momentos.
De hecho, la obligación del doblaje al catalán para el 50% de las películas norteamericanas podría suponer un impacto negativo en la audiencia y un aumento de los costes para distribuidores y exhibidores, además de una buena razón para que las productoras de Hollywood reduzcan sus estrenos en un mercado español tan golpeado por el pirateo, como amenazado por la posibilidad de que otras comunidades autónomas les obliguen a doblar en una multitud de lenguas.