Artículos

'Lehendakari' Patxi López

Hay dirigentes que se ensanchan cuando levantan los ojos y encuentran luz más allá de sus convicciones

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando la excepcionalidad ocupa el lugar de la normalidad algo falla. Y cuando lo excepcional nos atrapa y hace que reparemos en que ocupa un terreno propio de lo cotidiano, entonces haríamos bien en preguntarnos ¿qué nos está pasando? Verán, ayer miércoles hice Protagonistas, de Punto Radio, en Ajuria Enea. Nunca me invitaron, y eso que había pedido insistentemente una y otra vez entrevistar al 'lehendakari'. He esperado lo justo, supongo que lo necesario para ajustar una agenda tan complicada como la que tiene Patxi López, y ayer hice en la casa del presidente vasco las tres horas y media de mi programa. Conmigo estaban Juan Carlos Martínez, director de El Correo, Javier Fernández Arribas, director de Informativos de Punto Radio. En Madrid preguntaban Bieito Rubido, de Vocento, y Jaime González, de ABC. Todos, creo yo, sin excepción, notamos enseguida que nos hablaba un hombre instalado en la normalidad, en la sencillez y en una dirección en la que la política en España ya no descansa: la decencia de las palabras, de los hechos, los actos y las emociones. Eso, las emociones, lo último. 'Lehendakari', le dije, creo que somos quintos, del 59. Tú de octubre del 59, yo de de mayo. No me digas, contestó, Buena cosecha esa, verdad, respondió. Después hablamos de fútbol, de Llorente, de España y su partido grandioso ante Portugal. En la entrevista transmitió sencillez, normalidad, habilidad para encontrar las palabras, y naturalidad. No reparé en su condición de socialista. Por un momento olvidé que estaba allí porque un pacto con el PP de Basagoiti, lo había hecho posible. Sólo veía a un hombre normal a quien la misma normalidad había llevado a lo más alto que un vasco puede llegar. Lo que dijo en la media hora de entrevista fue suficiente para descubrir una generación que ha vuelto a la política asumiendo que sólo es política aquello que huye de las siglas y se preocupa del interés general. Al final el 'lehendakari' nos invitó a un café con pincho de tortilla. Ese momento es en el que los políticos cuentan a los periodistas cosas que no se pueden o deben decir delante de un micrófono. Pero Patxi López, distendido, abierto y seguro, sólo habló bien de Antonio Basagoiti. Para mi sorpresa descubrí lo que nunca había vivido: que es posible el acuerdo, la amistad, el respeto; que es necesario el apoyo recíproco por muy lejos que la ideología te coloque. Y que hay dirigentes que, sin darse cuenta, se ensanchan cuando levantan los ojos y encuentran luz más allá de sus convicciones. Terminamos el café. Pidió permiso para fumar un cigarro, y se marchó camino de sus quehaceres. Fue entonces cuando creí de verdad que la quinta del 59 era buena. López, el 'lehendakari' vasco, es un buen ejemplo. Uno de los mejores. Probablemente él no lo sabe. Y mejor que tarde mucho en descubrirlo.