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La Selectividad en el 2010

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Hace unos días que los estudiantes que realizaron Selectividad pudieron conocer las notas obtenidas en los exámenes y la calificación para acceder a los estudios universitarios. Lo de conocer la calificación alcanzada es un decir porque, en realidad, para cada una de las titulaciones de cada una de las universidades españolas, los parámetros de ponderación de las asignaturas de las que se han examinado, durante la fase específica de la prueba, podrían diferir en su valor para el acceso a cada uno de esos estudios. No es cuestión de menor importancia para todos esos jóvenes que ahora tratan de acceder a los estudios deseados. Sobre todo porque esos mismos estudiantes desconocían los nuevos mecanismos de acceso a la universidad, como tampoco conocían las citadas ponderaciones cuando comenzaron sus estudios de bachillerato. El Real Decreto que regula la nueva admisión a los estudios superiores se publicó a finales de noviembre de 2008, cuando los alumnos, que este año han hecho la Selectividad, ya habían iniciado el curso, y además muchos de los valores de ponderación de asignaturas, para el acceso a Títulos que se han verificado a lo largo de estos dos últimos años, se han conocido muy recientemente. Con estos mimbres el desconcierto está asegurado. Un ejemplo del desconocimiento generalizado es la afirmación, frecuente, que se oye en las colas infinitas que se están formando en las oficinas de información: «¡He sacado un 9!, ya seguro que puedo entrar en .». Pero, a continuación, hay que explicarles que la máxima nota es un 14, y no un 10, por lo que el 9 equivale a un antiguo 6,4. Todo ello sin contar que, en aquellos estudios con oferta de puestos limitados, compiten por la misma plaza alumnos a los que se les mide sus resultados académicos con sistemas completamente diferentes entre sí. Un grupo numeroso de padres ya ha acudido a los tribunales al entender que los nuevos mecanismos y procedimientos de acceso podrían atentar contra los principios fundamentales de igualdad de mérito y capacidad. A mi entender no les falta razón. Si las autoridades educativas españolas quieren avanzar hacia la mejora de la calidad y la transparencia, tal como reiteradamente proclaman, ya se han lucido con el comienzo de la estrategia.