Los chilenos corren y Brasil mata
La calidad individual se impone y demuestra a Bielsa y Dunga que la esencia del fútbol es de los jugadores
JOHANNESBURGO. Actualizado: GuardarLos entrenadores pueden intuir, estudiar, memorizar, ordenar o ensayar los partidos hasta el más mínimo detalle pero, por suerte, la esencia del fútbol es de los jugadores. Y si uno casi siempre tiene a los mejores técnicamente y encima son más altos, más fuertes y más atléticos que los rivales, pues presume de pentacampeón.
Marcelo, el hermano del ex canciller argentino, apuraba un café en el banquillo recién iniciado el choque en el Ellis Park. Su ansiedad aparentaba estar controlada. 'La Roja' presionaba muy arriba para evitar el riesgo de que la 'canarinha' disfrutara de mucha más posesión.
Suazo, gran novedad en una alineación con vocación más ofensiva que ante España, tocaba el banderín de enganche en cada saque córner. Gestos estratégicos. No se requerían esta vez tantas faltas en defensa, ni tarjetas amenazantes. Y los ataques acababan con algún disparo para cerrar la jugada y evitar los contragolpes. Todo según lo consignado en el manual del buen entrenador. Seguro que los amantes del 'jogo bonito' vapuleaban sin misericordia a Dunga cuando veían que Brasil no manejaba al principio el partido, que incluso tenía menos el balón que su adversario, que Kaká no asomaba para internarse hasta pasados los 20 minutos. Y que encima el madridista, todavía una caricatura de lo que fue porque el físico no le llega, arrancaba desde propio campo. Pero a Carlos, el 'Gaucho', eso no le preocupa. Tampoco le inquieta que Gilberto Silva sea el organizador. Sólo le obsesiona no regalar atrás, no perder el orden defensivo. Sabe que así le basta para que luego las individualidades decidan. Y Robinho, Kaká y Luis Fabiano fabrican dinamita pura.
No había ocurrido apenas nada, salvo un penalti de Contreras a Lucio de los que se ven mucho más claros a cámara lenta que en directo, pero Brasil se puso en ventaja. Y lo hizo a balón parado, para alegrón de Dunga y mirada reflexiva de Bielsa. Los chilenos defendieron fuerte en un saque de esquina pero acabaron por los suelos y con un gol en contra porque Lucio y Juan, pareja inseparable desde tiempos de Parreira, son más poderosos por arriba. El cabezazo bombeado del central de la Roma sorprendió a Bravo, el portero de la Real.
Llega la sentencia
Apenas transcurrieron cuatro minutos y los amarillos elaboraron la triangulación del partido. Robinho encontró espacios, Kaká vio a Luis Fabiano y el sevillista sacó su fusil, como ante Costa de Marfil. Dribló al portero y marcó a puerta vacía. Fácil en apariencia pero al alcance sólo de los elegidos.
Más de lo mismo en la reanudación. Balas de fogueo de unos y cartuchos de guerra de los otros. Una batalla muy desigual. Luchaban los chilenos para acortar distancias y esperaban, felices, los soldados de Dunga agazapados en su trinchera. Pero cuando salían, temblaba todo Johannesburgo. De pronto, Ramires robó un balón, penetró y se la dio a Robinho para ejecutara al enemigo. Brasil se planta en cuartos con el mínimo esfuerzo y Kaká reservado muchos minutos. Espera Holanda.