Kuyt carga con Sneijder, autor del segundo gol de Holanda. :: AFP
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Un aroma a 'Naranja Mecánica'

Impulsada por Robben y Sneijder, Holanda elimina a Eslovaquia y se planta en cuartos tras la senda de 1974

DURBAN. Actualizado: Guardar
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Impulsada por los ex madridistas Arjen Robben y Wesley Sneijder, autores de los goles, Holanda derrotó ayer en Durban por 2-1 a Eslovaquia, equipo revelación del torneo, y se clasificó para los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica al encadenar cuatro victorias consecutivas por primera vez desde 1974, la gloriosa época de la 'Naranja Mecánica'. La selección de Bert Van Marwijk, que lleva 23 partidos sin perder, van camino de poner una pica en Flandes con más humildad y menos soberbia que antaño en una saludable transformación espiritual.

Los Países Bajos crecen con Robben. Con el escurridizo extremo en el campo, dan pasos de gigante. De ser un cuadro trivial y ramplón pasan a ser una escuadra pujante. 'Magic Arjen' estrenó titularidad en el Mundial y su equipo pronto lo agradeció. Había estado ausente de los dos primeros partidos, ante Dinamarca y Japón, a causa de la lesión en la rodilla izquierda que sufrió en el amistoso preparatorio que Holanda ganó a Hungría por 6-1, con dos goles de su cosecha. Su reaparición en el minuto 73 frente a Camerún ya había sido decisiva pues el rechace de un trallazo suyo al palo fue transformado por Huntelaar en el tanto de la victoria (2-1). En Durban tardó poco más de un cuarto de hora en adelantar a los suyos, en cuanto conectó con Sneijder.

Los desterrados del Bernabéu interpretaron un movimiento florentino, por su belleza renacentista. El 10 de la casa 'oranje' dibujó una diagonal magistral y el extremo ejecutó una obra maestra de su escuela flamenca. Fue un tanto previsible, una maniobra tan vista e impecable que puso en evidencia a la zaga eslovaca, pasiva y descolocada.

Galopada de un galgo del que dicen que corre los 100 metros en menos de once segundos y alcanza la velocidad punta de 32,9 kilómetros por hora. Finta interior con el cuero cosido a la bota para calibrar el pie zurdo. Y disparo ajustado al primer poste, mal cubierto por un Mucha algo adelantado. Weiss les había puesto la jugada múltiples veces en el vídeo a sus hombres en las horas previas. En el campo fueron testigos absortos del clasicismo depurado en su ejecución. Zabavnik, martirizado por el diablo anaranjado, nunca olvidará que su dorsal es el 11.

Pócimas mágicas

Todo el peligro bátavo pasó por los inquietos pies de Robben, que tuvo a Van Persie y Sneijder como principales cómplices. Hasta su sustitución, a los 71 minutos por Elia, exhibió los milagros operados en su frágil musculatura por las pócimas del osteapata muniqués Hans-Wilhem Müller-Wohlfarht a base de aletas de tiburón, concentrado de crestas de gallo y otros brebajes neutros a los controles antidopaje.

Empujados por el viento racheado del litoral índico, los eslovacos abordaron en el último tercio el área de Stekelenburg, obligado a lucirse en remates a quemarropa de Stoch y Vittek. La ofensiva a la desesperada ordenada por Vladimir Weiss, que quemó todas sus naves atacantes demasiado tarde, puso en bandeja a Sneijder el segundo gol asistido por Kuyt en una falta sacada con celeridad en el centro del campo.

Los centroeuropeos, que tardaron 66 minutos en disparar entre los tres palos, no aprovecharon hasta el último instante las ya clásicas lagunas de concentración en la zaga holandesa, incapaz de vacunarse a los despistes recurrentes. Vittek transformó con el cronómetro ya parado un penalti cometido por un vendido Stekelenburg y se despidió en cabeza de la tabla de goleadores con su cuarto tanto. El castigo pudo haber sido mayor para los eslovacos de no ser por las paradas de Mucha, el mejor hombre de la debutante 'Repre', que no pagó la novatada hasta octavos de final, una honrosa trayectoria.