LA CASAPUERTA

EL GRAN PODER

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La pasada semana corrió como la pólvora la triste noticia del ataque provocado por un exaltado a la bellísima y antiquísima imagen del Gran Poder de Sevilla en el camarín de su Iglesia de San Lorenzo. Ataque cobarde a una de las imágenes más emblemáticas y respetada por el mundo cofrade y creyentes católicos. No es la primera vez que en Sevilla se atenta contra una imagen de arraigada devoción popular.

También la Macarena hace años sufrió otro atentado por el estilo, así como otras imágenes veneradas que fueron víctimas de la agresividad de ciudadanos anónimos. Sin olvidar aquella misteriosa estampida en plena semana santa que provocó un caos aún sin aclarar. Actos salvajes y acciones difíciles de catalogar y de entender que sólo suceden en Sevilla que es la cuna patentada del 'evangelio' versión capillita.

No estaría demás que expertos y entendidos en la materia estudiasen en profundidad el porqué y el origen de estas actitudes anómalas que se les escapan de las manos peligrosamente dando pares y nones sin respuestas contundentes catalogados como «casos aislados» sin trascendencia. Ante tales «casos aislados» se cierra filas herméticamente y aquí no ha pasado nada hasta que de nuevo la liebre vuelva a saltar.

El origen de estos sucesos se desconoce y se ignora por completo y sólo se resalta y se airea por hurgar en viejas heridas, los hechos materializados por la izquierda en tiempos de guerra que no viene a cuento confundiendo churras con merinas. ¿Por qué suceden en Sevilla tales actos repudiables? Alguna razón elemental debe existir de fondo para que estos actos de in civismo y de violencia se desarrollen y a la vez: silencien.

Había que plantearse seriamente si éstos hechos tienen algo que ver con el boato del capillismo sevillano materializado y excluyente que crea un cisma entre feligreses al mismo tiempo que confusión en las mentes reposadas de los pueblos.